MUJER RADIALISTA

Romantizar las resistencias Indígenas también es discriminación

Por: Emiliano Gómez Izaguirre 

Como integrantes de un pueblo originario en el Sur de México (el Pueblo Mixteco o Ñuu Savi), y en estos años que llevamos ya como educadores y comunicadores comunitarios de nuestra región, una de las dificultades más comunes y poco discutidas que nos ha tocado enfrentar a varias compañeras y compañeros ha sido la romantización de nuestros procesos de resistencia comunitarios, lo cual se ha dado por parte de activistas, comunicadores, académicos, organizaciones y compañeros de otras latitudes.

¿En qué consiste esta romantización de las resistencias de los Pueblos Indígenas? Contrario a la conocida romantización de la pobreza, un discurso que premia o reconoce a quienes afrontan su pobreza sin atacar sus causas estructurales, la romantización de los Pueblos Originarios y de sus luchas es un discurso fundado en un estereotipo, un cliché con el que se invisibiliza la enorme pluralidad de formas de resistencia, simplificando o inscribiendo el concepto de resistencia Indígena a un muy limitado conjunto de características.

Entre esas características se halla la idea o el prejuicio de que las comunidades Indígenas estamos siempre en una clara oposición al Estado y al capital por el sólo hecho de ser Indígenas, o que por nombrarnos (o ser nombrados) como un Pueblo Originario nos hallamos aislados o alejados de la hegemonía cultural de Occidente; al igual que de fenómenos como la globalización o el neoliberalismo. Incluso, con la pandemia causada por el COVID-19, se ha difundido el mito de que los Pueblos Indígenas estamos venciendo al coronavirus gracias a nuestras formas históricas de organización, invisibilizando el hecho de que también hay comunidades que están siendo devastadas por este virus o por sus efectos sociales y económicos.

Esta romantización de nuestras resistencias y nuestra vida en general no es casual, y parece provenir de una lectura superficial y determinista de algunos acontecimientos que han sacudido a México y al mundo entero en las últimas décadas: la rebelión zapatista en Chiapas, el surgimiento de policías comunitarias y gobiernos autónomos en Guerrero y Michoacán, o la emergencia de movimientos Indígenas en varios países de Sudamérica, entre otros.

En resumen, se trata de un discurso que reduce la inmensa pluralidad de luchas y resistencias Indígenas a un conjunto particular de actores y sujetos que han figurado internacionalmente como opositores a políticas de despojo y de explotación capitalista en varias regiones y países. Dichas políticas existen también e indudablemente en la región del Pueblo Ñuu Savi, pero no con las mismas características o la misma intensidad que en un estado como Chiapas o Michoacán (en el caso de México), o en países como Bolivia y Ecuador.

En ese sentido, si bien es un hecho que la lógica del capital es la misma en todo el mundo, las estrategias de despojo y de acumulación capitalista varían dependiendo de la región en que nos encontremos, así como de la historia y cultura de cada pueblo y cada comunidad. Por ello, las estrategias de resistencia al despojo o a otros agravios de una comunidad zapatista en Chiapas o de una organización Indígena en un país como Bolivia o Ecuador, por ejemplo, no han sido ni serán necesariamente idénticas a las que despliega una comunidad Ñuu Savi.

A pesar de que esas diferencias entre pueblos y experiencias parecen obvias, es curioso que no dejan de ser muchas las compañeras y compañeros que alentados por esta visión romántica de lo Indígena y lo comunitario, acuden entusiasmados a conocer y participar en procesos político-comunitarios, con el afán de encontrar o desarrollar un proceso organizativo con una súbita definición política frente al Estado, el capital o la occidentalización de la vida. Esta búsqueda ha terminado en más de una ocasión, en la frustración y/o el abandono de dichos procesos, por muy valiosa que sea la experiencia forjada en ellos, al no haber podido reproducir una experiencia idéntica o similar a la de los Municipios Autónomos Zapatistas en Chiapas o a la de organizaciones Indígenas como las que integran la CONAIE en Ecuador, por poner dos ejemplos conocidos en Latinoamérica.

No es difícil suponer que casos similares a los vividos en el Pueblo Ñuu savi se repiten en otras partes del mundo, conduciendo probablemente al abandono de varios proyectos organizativos o de resistencia, los cuales, más allá del éxito o el fracaso que se puede calificar en ellos –y desde un punto de vista pedagógico- no dejan nunca de ser útiles para discutir, entender y emprender esfuerzos conjuntos para la defensa de la vida, la tierra y el territorio.

En nuestra radio comunitaria, por ejemplo, esta idea romántica de la lucha y la resistencia Indígena ha acarreado varios desencuentros entre el trabajo que ha venido realizando hasta hoy la Radio Comunitaria Ñuu Dee; hay quienes buscan emprender o desarrollar un proceso político como si nuestras comunidades se encontraran bajo el asedio violento y encarnizado de agentes del Estado, de alguna empresa transnacional o de alguna organización delictiva.

A diferencia de comunidades como Cherán en Michoacán, el municipio de Sacamch’en en Chiapas, o los pueblos del Yasuni y la Amazonía que se oponen a la explotación de su territorio en Sudamérica, nuestras comunidades Ñuu savi nos hablan de problemas, necesidades o urgencias que no demandan necesariamente la desaparición del Estado o de la autoridad local, incluso, en algunos casos lo que se exige es la comparecencia de ambos para dar respuesta a esos problemas y a esas necesidades, de tal forma que mucha de la resistencia comunitaria (en la que nuestra radio participa activamente) se traduce justamente en eso: no dejar que los gobiernos (federal, estatal o municipal) pasen por alto sus deudas y responsabilidades históricas con nosotras y nosotros, las siempre olvidadas y olvidados en la historia de este gran país llamado México.

Por todo lo anterior, resulta indispensable y necesario que antes de cualquier cosa se ponga oído a la voz propia de nuestras comunidades, y lo que decimos de nuestras formas o estrategias de resistencia, de lo que buscamos o perseguimos, sin prejuicios ni falsas expectativas, asumiendo un respeto pleno y cabal como hermanas y hermanos, como compañeras y compañeros. Debemos hacernos escuchar, más allá de que lo que se oiga o lo que se vea, aunque no encaje con una particular visión del mundo, o deje insatisfecho política e ideológicamente a más de uno; de lo contrario, además de seguir enfrentando el racismo y la violencia estructural de una elite o clase acomodada, seguiremos viéndonos discriminados ante visiones puristas y románticas de la resistencia Indígena y comunitaria.

—Emiliano Gómez Izaguirre, Se’e Ñuu savi (hijo del pueblo de la lluvia) del Municipio de la Heroica Ciudad de Huajuapan, Oaxaca. Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas por la UNAM y la Maestría en Comunicación y Política por la Universidad Autónoma Metropolitana – Unidad Xochimilco. Fue integrante del Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos (CACTUS). Actual coordinador de Radio Comunitaria Ñuu Dee en Huajuapan, Oaxaca.