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El cambio climático provoca hambre e impulsa la migración de Centroamérica a EE.UU.

En 2010, los cuerpos de seguridad de EE.UU. arrestaron alrededor de 50,000 migrantes indocumentados en la frontera con México. En 2016, este número fue mayor a 400,000, entre ellos 75,000 guatemaltecos.

El incremento reciente de la migración hacia los EE.UU. se explica en gran parte por el hambre causada por la sequía y otros efectos del cambio climático, de acuerdo al informe publicado en agosto, llamado «Seguridad Alimentaria y Emigración: Por qué la gente huye y el impacto que esto tiene en las familias que permanecen en El Salvador, Guatemala y Honduras».

Determinó que «el cambio climático y la emigración (desde Centroamérica) están fuertemente vinculados… los desafíos derivados de la variabilidad climática, la mala distribución de las lluvias y la sequía, fueron identificados como detonantes de la emigración temporal y/o permanente» (p 16).

Detenciones de migrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras por las autoridades Mexicanas y promedios de precipitación pluvial, del informe publicado en agosto.

 

El informe recolectó información y testimonios de cientos de familias del Corredor Seco, un área que es hogar de millones de personas y que atraviesa Guatemala, Honduras y El Salvador, y que es especialmente vulnerable a la sequía.

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Encuestas en las comunidades del Corredor Seco, afectadas por la sequía desde el 2014 al 2016, encontraron que la razón más común para la migración hacia los EE.UU. era el hambre (p 10).

Motivos para la migración en las comunidades encuestadas.

 

En 2014, Guatemala perdió más del 70% de sus cosechas de alimentos básicos debido a la sequía, de acuerdo con un informe de la ONU del 2014. Esto afectó directamente a más de un millón de personas y aumentó el precio de los alimentos, especialmente en el Corredor Seco, donde el cambio climático ya ha causado pérdidas masivas debido a otra importante fuente de ingresos: la cosecha de café. Temperaturas más altas favorecen un hongo llamado la roya que está devastando las plantaciones de café en toda Centroamérica.

La sequía del 2014 agravó la «desnutrición en los niños menores de cinco años y las mujeres en edad reproductiva, aumentando el riesgo de conflicto social y familiar e incrementando el flujo de la migración interna y externa». En Guatemala, la mitad de los niños menores de seis años sufre de desnutrición crónica, y la proporción en el Corredor Seco es incluso mayor.

En 2015 y 2016, dos sequías golpearon de nuevo la región. En el occidente de El Salvador, los caudales de los ríos estaban 90% más bajos que lo normal en 2016. En Honduras, se perdieron el 80% de las cosechas en áreas donde se cultiva frijol, así como el 60% de las áreas donde se cultiva maíz. En Guatemala, la ONU estimó que 1.5 millones de personas necesitaban ayuda humanitaria.

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Los precios de los alimentos han aumentado continuamente debido a la escasez del agua y a la captación de ríos por parte de grandes plantaciones, empeorando la inseguridad alimentaria. Las remesas enviadas por familiares trabajando en los EE.UU. se usan cada vez más para poner comida sobre la mesa. El informe de agosto encontró que cuando las familias del Corredor Seco reciben remesas gastan la mayoría en alimentos (p 18).

«En Guatemala y Honduras, las necesidades básicas como la educación y la salud se sitúan en segundo lugar, mientras otras inversiones se encuentran en tercero» (p 13).

Estos hallazgos ilustran las circunstancias desesperadas que obligan a muchos centroamericanos a migrar hacia EE.UU., para aliviar la pobreza de sus familias enviándoles dinero. Un 78% de los migrantes encuestados de las familias del Corredor Seco reportó que enviaba dinero por lo menos una vez al mes (p 18).

Pero las remesas no siempre permiten a las familias escapar de la pobreza.

El informe estima que el 80% de las familias en el Corredor Seco vive en pobreza y el 30% vive en extrema pobreza (p 7) a pesar de que «en casos de emigración exitosa, en promedio, el 61% (de las familias encuestadas del Corredor Seco) recibe remesas mensualmente» (p 14).  Las remesas son la única fuente de ingreso fijo para el 42% de las familias encuestadas.

Es posible que las familias permanezcan en pobreza a pesar de recibir remesas debido a que deben pagar la deuda adquirida para migrar. El informe declara que «El precio de los traficantes de migrantes en la región está entre 3,500 hasta 15,000 dólares» (p 14).

El informe explica, «Cuando los fondos para la emigración provienen de préstamos hipotecarios o venta de propiedades y bienes, la escasez económica afecta a las familias que quedan atrás. Su situación económica puede agravarse con el tiempo si las remesas y la ayuda son insuficientes.  Las deudas de emigración deben ser pagadas, sin importar que el emigrante alcance el destino previsto y encuentre empleo remunerado, o no» (p 18).

Cada año, cientos de migrantes del Corredor Seco mueren en México o en los desiertos de EE.UU., y decenas de miles son deportados. Esto hace que las familias que cuentan con una deuda de migración caigan en más pobreza.

El informe resume, «La inseguridad alimentaria, vista por la población como la incapacidad de poner comida en la mesa, puede detonar la decisión de emigrar. Por otra parte, los familiares que se quedan pueden pasar por un período de problemas agravados para cubrir sus necesidades alimentarias porque pierden un proveedor de alimentos, están endeudados y, en el caso de los que son deportados o mueren durante el viaje, la crisis familiar se puede extender e incluso llevar a perder los medios de vida y el patrimonio de la familia» (p 17).

El informe fue publicado por la Oficina Regional para América Latina y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA), con la participación de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y la colaboración del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y la Organización de los Estados Americanos (OEA).

Foto de portada: Efectos de la sequía de 2014 en San José del Golfo, Guatemala.

Por Richard Brown, editor de EntreMundos. Traducido al español por Luz Santiago.