Arquitectura de remesa

El sueño americano en block

Por: Antonio Hernández

Hacer un recorrido en alguno de los pueblos de Guatemala puede ser una experiencia única. Además de los consabidos aspectos culturales y tradicionales, hay un elemento que está transformando la vida y los paisajes del país, principalmente del altiplano occidental. Donde otrora las casas de barro y teja se disfrazaban entre las tierras de cultivo y los pinos, hoy podemos encontrar altas construcciones de block, concreto y hierro, con curiosos acabados de un estilo definible solo por el fenómeno económico que les ha dado origen: las remesas.

La arquitectura de remesa, como se le ha llamado, es un fenómeno arquitectónico derivado del proceso migratorio de las últimas décadas. Investigaciones como las del sociólogo Douglas Massey y la del doctor Rafael Alarcón del Colegio de la Frontera Norte COLEF, han demostrado que el segundo rubro de importancia en el uso de las remesas, después del consumo, es la compra de vivienda o lote y la construcción o reparación de las viviendas.

Definitivamente un rasgo distintivo de este tipo de arquitectura son los lujos internos y distinciones externas, como lo apunta la investigación Sueños de retorno, signos de éxito, del Centro Cultural de España –CCE-: “Se incorporan infinidad de ingredientes decorativos y múltiples ocurrencias como colores, arcos, cornisas con teja, moldes prefabricados y fuentes. Se incluyen combinaciones de motivos arquitectónicos y decorativos insólitos y de difícil elaboración: ventanas ovaladas, paredes en curva o retorcidas columnas salomónicas”. Continúa: “Las preferencias estéticas incorporan y convergen distintas vertientes. Todos los estilos son posibles”. Por tal motivo se le ha catalogado también como la “estética de la sobrecarga” que alimenta un sentimiento de “nuevos ricos” para quienes es preciso deslumbrar.

Estas viviendas muchas veces tienen problemas de estructura y funcionalidad, puesto que han sido construidas según la imaginación y gusto de los propietarios, dejando a un lado principios arquitectónicos básicos como los marcos estructurales y de cimentación o los sistemas de iluminación y ventilación natural. A falta de estudios de riesgo, se construyen viviendas de dos, tres o hasta cuatro niveles en terrenos no apropiados, ya sea por la composición del suelo, o por la ubicación en zonas de alto peligro natural, como las orillas de ríos, laderas excesivamente empinadas o a las orillas de barrancos.

Otro elemento común a la arquitectura de remesa, son los usos que se les da a las viviendas, más allá de la habitación. Muchas casas son construidas con uno o dos “locales” en el primer nivel, dejando los ambientes familiares generalmente en una planta alta. Los locales son puestos a disposición como espacios para almacenaje de mercadería o para el establecimiento de pequeños comercios. Muchas veces, durante algún tiempo, éstos y otros ambientes de la casa se encuentran vacíos.

Pese a todo, la arquitectura de remesa es más que la controvertida combinación de estilos, la peligrosa inversión en zonas de riesgo o los múltiples usos de las construcciones. Es el derecho a la transformación de la realidad por medio de la transformación de su entorno. Como dice la investigación del CCE: “…los emigrantes llevan hasta donde pueden su reto a la historia de exclusión que cargan. Hasta donde pueden, desarrollan sus sueños, sus sugestiones de mejoras modernas, su entrada a “otros mundos posibles”. Desde la cruel sobrevivencia pre moderna a la que estaban condenados como campesinos, hasta la artificiosa y cínica hipermodernidad en la que están sumidos, es todo un salto mortal”.

Fotografía de portada, Antonio Hernández.