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Sissy: Una perrita de la calle

Por: María Recinos

Soy una perrita rescatada de la calle y esta es mi historia.

Fui echada a la calle en dos ocasiones. Como muchos perritos sin hogar, nací en un terreno baldío. Fuimos ocho hermanitos, mi mamá perrita salía en busca de comida para luego darnos leche, éramos tantos cachorros que no todos alcanzamos a comer. Un día mi mamá perrita ya no regresó; días después veíamos a varias personas que pasaban cerca de nosotros, pero había indiferencia, no entendía por qué. Un día se llevaron a mis hermanitos machos, quedamos mis dos hermanitas y yo; desperté una mañana y mis hermanitas habían desaparecido, intenté seguir su rastro, pero no puede encontrarlas.

Cuando me quedé sola, tenía aproximadamente tres meses de edad. Ese día traté de cruzar la carretera en busca de comida y refugio, pero fui atropellada por un automóvil. Sentía mucho dolor, lloraba mucho y necesitaba ayuda, además seguía teniendo mucha hambre. La primera vez fui encontrada por la Rosas zona 5 de Xela; me auxiliaron, pero no quisieron hacerse cargo de mí. Yo no entendía por qué no me querían, y cuál era mi problema. La segunda vez que alguien me reportó, una persona dijo que se iba hacer cargo de mí, sin embargo, al final terminó echándome a la calle. Ya había pasado aproximadamente un mes y medio después de haber sido atropellada y aun no encontraba a alguien que me ayudara.

Día en que Sissy fue rescatada

Poco después, una pareja me encontró deambulando en la calle. Ellos me alojaron y tuve mi primer baño (claro, al principio no quería, porque tenía miedo, pero cuando sentí el agua calientita ¡me encantó!). Me dieron un plato de comida y comí tanto porque no sabía si iban a volver a alimentarme (estaba desnutrida y necesitaba recuperar peso). Afortunadamente me llevaron con el veterinario. Las noticias no eran muy buenas, ya que tenía una fractura en una de mis patitas delanteras y por el tiempo que llevaba desde el accidente era muy difícil de tratar. Era necesaria una operación que al comienzo parecía no ser complicada, pero sí costosa. Mis cuidadores contactaron a la Asociación Chuchitos y Mishitos, quienes decidieron ayudarme a realizar la operación que necesitaba. Ellos realizaron una rifa en mi favor, vendiendo artículos para mascotas. Con mucho entusiasmo, mis cuidadores dieron a conocer mi caso y lograron reunir donaciones de personas cercanas.  

Un día, mis cuidadores me llevaron en su auto y tuve miedo porque pensé que iba a ser abandonada de nuevo. Estaba triste porque pensaba que no los volvería a ver. Eso fue lo último que recuerdo, hasta que me dormí. Cuando desperté, escuché decir a mis cuidadores que pronto me iba a mejorar, que iba a poder caminar y correr de nuevo y por lo tanto, iba a  llevar una vida normal, que ya no iba a sentir más dolor y  no iba a llorar más. Tenía un cono muy feo en mi cuello y me di cuenta de que algo había pasado con mi patita…entonces comprendí que ya me habían operado. Me pusieron una placa y tornillos para unir mi hueso; pero no importaba, me puse muy contenta y moví mi cola de felicidad cuando comprendí que no había sido abandonada otra vez. Mis cuidadores me llevaron a casa, me consintieron, recuperé peso, e hice terapia. 

Sissy después de la operación

Han pasado aproximadamente dos meses y medio y ya puedo caminar y correr, me enseñaron a ir al baño, a veces hago pequeñas travesuras, pero tengo muchos juguetes para morder y comparto la casa con mi hermanito, un gato siamés a quien suelo lamer para demostrarle mi cariño. Finalmente fui adoptada por la pareja que me encontró, quienes, junto a otras personas, como Gaby, de la Asociación Chuchitos y Mishitos me ayudaron a estar mejor. Mis cuidadores velaron por mi recuperación con mucho amor y paciencia. ¡Ahora, yo los cuido y los amo! Finalmente tengo un nombre. Me llamo “Sissy”.

Este fue mi caso y esto también les sucede a muchos otros perritos y gatitos. Algunos no son tan afortunados para encontrar un hogar, nuestras mamás no han sido esterilizadas y nacemos en las calles y campos, en condiciones deplorables. Algunos no logran sobrevivir ante el hambre, el clima y el abuso de la gente, quienes los maltratan, e incluso los matan. Pocos somos rescatados, llevados a albergues u hogares temporales y adoptados por personas que se preocupan por nuestra situación, la gran mayoría de perritos logran vivir en las calles comiendo la basura, duermen bajo las inclemencias del clima, otros son atropellados y mueren.  

En la actualidad muchas personas aún no son conscientes de nuestra situación, existen perritos que necesitan ser adoptados y tener una vida con los cuidados que necesitamos; sin embargo, las personas prefieren comprar perritos de raza; aunque en ocasiones muchos ellos también son abandonados por sus familias y maltratados. Muchos son dejados en las terrazas de sus casas, amarrados bajo el sol o la lluvia. Muchas perritas son madres explotadas para que produzcan camadas y luego lucran con sus crías. Son varios los perritos vendidos en mercados y calles por personas que intencionalmente ignoran las multas a las cuales se pueden enfrentar, o incluso llegan a ponerlo en las redes sociales, como si no hubiera animalitos como yo que necesitan un hogar. Con cada compra que la gente realiza, se apoya a este ciclo de maltratos de perros sin raza, y se le quita la oportunidad a un perrito rescatado que necesita mucho amor. 

Recientemente, mis cuidadores que ahora son mis papás humanos, estaban viendo las noticias, cuando a principios de noviembre, Guatemala, Honduras y Nicaragua fueron golpeados por la tormenta Eta. Ellos comentaron que hubo inundaciones y deslizamientos en diversas partes de estos países, que muchos equipos se movilizaron para poder asistir a todas aquellas personas que habían quedado atrapadas en techos o que por las crecientes de ríos quedaron incomunicados. Tristemente, ellos comentaron sobre la poca atención que recibieron los animalitos ante estas calamidades, aunque siempre existen buenas almas que salieron en las noticias y que se preocuparon por nosotros: algunos dueños o cuerpos de rescate acudieron en nuestra ayuda, rescatando a las familias y también a sus mascotas, o rescatando a animalitos que ya no tenían o nunca tuvieron hogar.

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En Guatemala existe una Ley de Protección Animal que fue aprobada por el Congreso de la República el 28 de febrero del 2017. La ley protege a los animales de compañía (perros y gatos) y regula la protección de animales exóticos y silvestres que viven en cautiverio. El cumplimiento de esta ley, está a cargo del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA).Aunque esto significa un avance, hay muchos retos para su aplicación, ya que el tema de los animales en situación de calle es un tema olvidado por la sociedad y autoridades, simplemente no es una prioridad. Se necesita que esta ley sea difundida para que las personas la conozcan, y que la sociedad consciente se anime a denunciar los casos ante la Policía Nacional Civil o la Municipalidad local para hacer cumplir la ley y aplicar las sanciones. Se necesita que luego de la denuncia, se de seguimiento, porque si no, toda denuncia es en vano.

Aunque en el país existen asociaciones en pro del rescate animal que realizan jornadas de esterilización a bajo costo, en alianza con veterinarios. Estas asociaciones venden productos como accesorios para animales, suvenires, o incluso, venden productos de repostería para recaudar fondos y sostenerse. Muchos animalitos hemos sido rescatados y apoyados por ellos; con frecuencia son ellos quienes nos brindan la primera oportunidad de tener nuestra primera cita con el veterinario, pero ellos no pueden solos; son demasiados gastos. Además de las actividades también reciben donaciones de personas que nos quieren ayudar y tienen conciencia ante la situación que nos encontramos los animalitos callejeros. Gracias a la labor, estas asociaciones y sus voluntarios han encontrado hogar para muchos animalitos. Sin embargo, aunque ellas hagan todo lo posible y realicen actividades que están a su alcance para reducir el número de animales callejeros, somos tantos que su trabajo alivia sólo una pequeña parte del problema ante la magnitud de esta situación.

Sissy cumplió 5 meses de edad

Como perrita rescatada, invito a todas las personas a que sigan haciendo cualquier tipo de donación a las asociaciones que trabajan en pro de nosotros los animales. ¡Si no nos quieren ver en las calles, no nos lastimen ni nos maten! sean parte de la solución para nuestro control. De momento, se necesitan refugios para que no andemos por las calles y podamos reproducirnos fácilmente, y por eso las autoridades municipales e instancias gubernamentales deben involucrarse y priorizar acciones en nuestra defensa; se deben destinar fondos para reducir la sobrepoblación de animales callejeros por medio de esterilizaciones. Les pido que denuncien los casos de maltrato; las autoridades deben hacer valer la ley para castigar a las personas que dañen a cualquier animal ya sea que esté en situación de calle o pertenezca a un hogar. 

Invito a todas las personas a concientizarse sobre la sobrepoblación de perros callejeros, y que no gasten su dinero en veneno para acabar con nosotros; mejor sean padrinos de nuestra esterilización; si nos matan, jamás podrán detenernos porque vamos a seguir reproduciéndonos, nosotros no elegimos si queremos tener hijos, sólo es parte de un proceso natural, así que aunque nos maten, seguiremos allí para su pesar -y para el nuestro también, porque la vida en las calles es muy dura- Hay que apostar a la adopción, habemos tantos animales ansiosos de cuidado y amor, y comprar una mascota sólo alimenta la ambición de la gente que lucra con nuestras vidas y no busca otros medios para sobrevivir. 

A pesar de todo, existen personas que se preocupan por nosotros los animales y con mucho esfuerzo tratan de educar a las generaciones futuras a respetar y cuidar a nosotros, que somos parte de la naturaleza y compartimos esta vida con los humanos. Agradezco infinitamente que existan personas así, asociaciones que nos protegen, personas que rescatan o apoyan por su propia cuenta o incluso, a quienes no puedan ayudarnos, pero dejan vivir en paz cuando buscamos alimento, o un lugar donde dormir.