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Quetzaltenango: 500 años de historia, desafíos y esperanza

POR SAMUEL ALVAREZ MORALES

La historia de la ciudad se remonta a la época precolombina. Desde entonces, fue un importante centro comercial y cultural para la región. Sus primeros habitantes fueron los Mam, quienes la llamarían Kulaja; los Quichés la conquistaron y la nombraron Xelajuj No’j. Finalmente, el 15 de mayo de 1524 recibiría el nombre de Quetzaltenango, luego de la sangrienta conquista española.

Desde sus humildes orígenes como un centro maya hasta su transformación en una ciudad moderna y próspera, Quetzaltenango ha sido testigo de importantes eventos y transformaciones a lo largo de los siglos.

La ciudad cumple 500 años de fundación y, aunque son diversos los capítulos de la historia que nos hacen una sociedad orgullosa de nuestros orígenes, pocos son tan significativos para la identidad quetzalteca como aquellos en los cuales hemos peleado por ser un territorio soberano e independiente.

La búsqueda por la soberanía nos dejó lecciones importantes que, pareciera, con el paso del tiempo hemos olvidado. Precursores del separatismo como Cleto Montiel, Cirilo Flores e incluso los mismos líderes del Estado de los Altos buscaban que Quetzaltenango fuese representada dignamente por el gobierno local y central, y se buscará desarrollar todo el potencial económico, social y cultural de la región.

La historia, política, social y económica de Quetzaltenango están intrínsecamente interconectadas, formando un complejo tejido de identidad y desarrollo. Aunque la sociedad quetzalteca es diversa, dinámica y resiliente, con una rica mezcla de culturas, tradiciones y valores que la hacen única, hoy, al cumplir 500 años de fundación, enfrentamos desafíos significativos, como la desigualdad socioeconómica, la falta de oportunidades, la infraestructura urbana y la falta de representación política.

Como en Guatemala, la política en Quetzaltenango también está marcada por la corrupción, la falta de transparencia y la influencia de intereses particulares en la toma de decisiones. Esto ha generado desconfianza y descontento entre la población, que a menudo se siente marginada y poco representada por sus líderes políticos.
Desde los primeros intentos de separatismo durante la época colonial hasta los movimientos políticos más recientes, como la creación del Sexto Estado de los Altos en 1838, la ciudad ha sido un bastión de resistencia y un símbolo de la lucha por la justicia, la igualdad y la libertad.

Al conmemorar la fundación de Quetzaltenango y recordar su historia, debemos, como sectores organizados, como ciudadanos en el libre ejercicio de nuestros derechos y deberes, cuestionarnos ¿qué historia estamos escribiendo? Pareciera que nuestra sociedad se ha quedado de brazos cruzados ante el mediocre trabajo de los políticos que “representan y dirigen” a Quetzaltenango en los diferentes niveles de gobierno.

Por ello, debemos reafirmar el compromiso en seguir siendo un faro de esperanza para la sociedad guatemalteca, con un potencial ilimitado para construir un futuro más próspero y equitativo donde los sueños de una representación digna y el desarrollo del potencial económico, social y cultural se cumplan.

Si bien Quetzaltenango enfrenta desafíos significativos en diversos aspectos, también cuenta con un gran potencial para superarlos y construir un futuro más próspero y sostenible; puede beneficiarse enormemente de un enfoque centrado en la participación ciudadana, la transparencia y la colaboración entre los diferentes actores de la sociedad.
La clave radica en la colaboración y el compromiso de todas las partes interesadas, incluidas las autoridades locales, la sociedad civil y el sector privado, para trabajar juntas en la búsqueda de soluciones efectivas y duraderas para abordar los desafíos y aprovechar las oportunidades de desarrollo. En los próximos 500 años la ciudad puede avanzar hacia un futuro más próspero para todos sus habitantes, si recordamos los ideales que nos han llevado a ser tan orgullosos de esta tierra.

Samuel Alvarez Morales. Analista político, integrante de Visión Legislativa y fundador de Voluntarios por Xela.