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Desigualdad de tierras

Emma Gómez

Analizar la situación de la desigualdad de la tierra es complejo, pero es mucho más difícil pensar en la desigualdad de tierra con enfoque de género, considerando que las mujeres son las que menos tienen propiedades a su nombre. 

Por eso, es necesario ubicarnos desde distintos contextos para reconocer que las mujeres todavía no tienen acceso a derechos fundamentales como educación, salud y justicia, y todavía más lejano la tenencia de tierra a su nombre. 

A pesar de que Guatemala es uno de los países de Centroamérica con gran extensión territorial, también es el país centroamericano donde se registra mayor desigualdad de tenencia de tierras según estudio de Oxfam. La desigualdad de la tierra es clave para otras formas de desigualdad y otras crisis. 

En el informe; Descubrimientos de la iniciativa sobre la desigualdad de la tierra, de La Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (ILC); por sus siglas en inglés, es importantes considerar la desigualdad horizontal en la tierra sobre la base de factores como el género, la etnia y la cultura. 

En el estudio, se reflexiona que, en todo el mundo, hay un claro sesgo masculino en los derechos a la tierra. Con pocas excepciones, las mujeres tienen derechos a menos tierra que los hombres y a tierras de menor calidad. 

El hecho que las mujeres tengan su propia tierra les puede garantizar seguridad alimentaria, prevención de violencia y lograr autosostenibilidad. De acuerdo, con analistas, tanto hombres como mujeres deberían tener las mismas oportunidades para lograr bienestar. 

Para la socióloga maya quiché, de Totonicapán, Gladys Tzul Tzul, las mujeres son parte importante de las estructuras de un sistema, en especial de las comunitarias, no obstante, son las que tienen menos oportunidades para la tenencia de tierras. Tzul asegura, que las mujeres son nuestras madres, quienes nos criaron, alimentaron, y quienes a pesar de las crisis, encontraron la manera de cuidarnos y no así el Estado. Ella resalta la importancia de la organización de las mujeres en sus comunidades, pero destaca lo perseguidas y criminalizadas que han sido estas acciones. 

Para esta especialista, y autora de varios libros sobre mujeres y territorio; las mujeres tienen la capacidad de desear, la capacidad política de imaginar, tienen la energía y la sabiduría para luchar. La académica resalta, en una entrevista, el caso de San Juan de Sacatepéquez, donde las mujeres organizadas defendieron su territorio enfrentando a una cementera.  Ella también hace alusión a las mujeres de toda Abya Yala, con las Marcha Amazónicas, que buscaban reivindicar sus derechos como pueblos originarios. 

Transformar relaciones de poder 

Según el estudio de la ILC, es necesario tomar programas para la distribución de tierras. Que los gobiernos tengan reformas y que se logre una corrección de los desequilibrios de poder que afectan a la tierra y al sector agroalimentario, al mismo tiempo que se apoyen relaciones más equitativas entre las personas y la tierra; pero sobre todo, que beneficien a los sectores más vulnerables, como las mujeres y principalmente, las mujeres indígenas. 

Abordar la desigualdad de la tierra no es solo corregir la desigualdad en materia de bienes y riqueza, es también permitir generar ingresos más equitativos de la tierra para quienes la cultivan, a la vez que se reduce la búsqueda de rentas para favorecer un desarrollo más inclusivo.  Si queremos lograr una sociedad más justa, hay que dar mejores oportunidades a la población rural, fortaleciendo las democracias y haciendo que las políticas sean más participativas para no seguir beneficiando a las elites y monopolios. 

Dar una oportunidad por igual a hombres y mujeres para que tengan el derecho a una tierra será un paso necesario para avanzar hacia sociedades más resilientes y sostenibles.