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Pero, ¿Qué es la independencia de Guatemala?

Pero, ¿Qué es la independencia de Guatemala?

POR LISSETH SANTOS

El sistema educativo ha sido uno de los principales medios de difusión de ideologías que perpetúan una visión distorsionada de nuestra historia. En las aulas de primaria, básico y diversificado, miles de estudiantes reciben contenidos que reproducen un relato incompleto y, en muchos casos, tergiversado. Como señaló Paulo Freire en su obra fundamental Pedagogía del oprimido (Chile, 1970), se trata de una “educación bancaria”, que deposita conocimientos sin cuestionar su origen ni su intención.

Un ejemplo claro de ello son las celebraciones de la llamada independencia de Guatemala, conmemoradas cada septiembre desde 1821. El sistema educativo impulsa la idea de que estas fechas deben celebrarse como símbolo de libertad, cuando en realidad es necesario revisar críticamente los hechos y comprenderlos desde una perspectiva propia, más cercana a la verdad histórica de los pueblos.

Como aporte, comparto el siguiente fragmento de las Autoridades Indígenas Ancestrales de Iximulew, emitido el 21 de febrero de 2021, en el que se enfatiza: “Los 200 años de la independencia criolla son, para nosotros, otra etapa de lucha y resistencia contra la explotación y la dominación occidental; ha sido un tiempo para seguir fortaleciendo nuestra espiritualidad y mantener nuestra identidad.”

Este mensaje refleja con claridad que la llamada independencia de Guatemala no representó una verdadera liberación. Tal como lo señaló el analista político Ronaldo Robles, “todo cambió para seguir igual” o, en sus propias palabras, fue “como cuando una finca cambia de dueño”. Estas frases resumen de manera precisa la realidad histórica del país: una independencia formal que mantuvo intactas las estructuras de poder y exclusión.

Por años se ha perpetrado la discriminación a los pueblos originarios, todavía en la actualidad, se mantienen estos problemas sociopolíticos.

Poder y exclusión

Durante más de dos siglos, la discriminación y el racismo hacia los pueblos originarios se han perpetuado. Aún hoy, las mismas desigualdades sociales y políticas continúan afectando profundamente a las comunidades, recordándonos que la lucha por la justicia y autodeterminación sigue vigente.

Para comprender mejor este proceso, conviene recordar, quiénes eran los criollos, ese grupo que impulsó la independencia de 1821. Se caracterizaban por:

  • Ser una clase social privilegiada dentro de la sociedad colonial, aunque subordinada a los españoles propiamente.
  • Poseer gran parte de las tierras, controlar el comercio local y tener influencia en la política colonial.
  • Promover los movimientos independentistas en América Latina, no para liberar a los pueblos, sino para defender sus propios intereses frente a la Corona española.

Efectivamente, la historia nos invita a reflexionar sobre la realidad actual y sobre cómo los diferentes dispositivos ideológicos dominantes (como los medios de comunicación, la religión, la educación y la familia), han sido manipulados por la oligarquía, hoy representada por los descendientes de los criollos. Estos sectores continúan invirtiendo para distorsionar la historia y engañar a la población, con el fin de perpetuar un sistema donde los únicos beneficiados son ellos mismos y sus empresas, sustentadas en la explotación y los salarios de miseria.

Después de 204 años de una independencia aparente, la brecha social en el país sigue siendo abismal: los índices de pobreza, desnutrición, migración, desempleo y violencia continúan en aumento.

Para entender mejor esta realidad, comparto algunos datos recientes sobre los problemas sociales que atraviesa el país:
Pobreza multidimensional 2023-2025: Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el índice de pobreza multidimensional se ubicó en 0.260, lo que representa una incidencia del 57.68%. Esto significa que, de cada 10 personas, aproximadamente 6 viven en condiciones de pobreza, enfrentando privaciones en áreas clave como salud, educación, empleo, vivienda y acceso a servicios básicos.

  • Desnutrición infantil: Según el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), hasta abril de 2025 se habían registrado 7 mil 107 casos de desnutrición aguda en menores de 5 años, lo que representa un aumento del 5% respecto a 2024.
  • Migración y deportación: Según el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM), hasta 2025 se han registrado 16 mil deportaciones desde Estados Unidos y casi 3 mil desde México. Este retorno forzado representa un desafío importante para la reintegración laboral y social de las personas afectadas.
  • Empleo informal: Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el mercado laboral en Guatemala está conformado por un 70 % de trabajadores informales y un 30 % de formales, lo cual indica que la mayoría de la población guatemalteca labora en el sector informal.

Un experto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló en julio de 2025 que Guatemala debe imponer urgentemente una moratoria sobre los desalojos, hasta que se puedan garantizar protecciones legales adecuadas, y poner fin a la práctica generalizada de desalojos forzados violentos e inhumanos, así como a la criminalización de los pueblos indígenas y las comunidades campesinas.

Según el Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva (OSAR), se registraron 32 mil 961 nacimientos en jóvenes, desagregados de la siguiente manera: 31 mil 703 madres tenían entre 15 y 19 años, y 1 mil 258 madres tenían entre 10 y 14 años.

Una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sostuvo una reunión con autoridades indígenas de distintas regiones para evaluar la situación de los Derechos Humanos a raíz de los casos de criminalización de líderes comunitarios que participaron en las manifestaciones por la defensa de la democracia en 2023.

Todo esto es resultado de la FAMOSA Y MAL LLAMADA “INDEPENDENCIA”. Pero, ¿independencia para quién? ¿O para quiénes? Es indignante que se celebre la “independencia”, cuando como pueblos seguimos oprimidos y sumidos en la desolación de la pobreza, la desnutrición, el analfabetismo, el desempleo y la violencia sistemática.

Ahora que la tecnología es cada vez más accesible, es necesario que se indague sobre las verdaderas causas de los problemas sociales que en la actualidad nos afectan y dejar de celebrar fanfarronadas de las históricas elites en Guatemala y buscar en conjunto el avance de acciones para lograr la paz, armonía y equilibrio, en esencia el Buen Vivir. Con intención crítica y con la rabia y el repudio que me provoca el actual sistema educativo, comparto lo que literalmente dice el Currículum Nacional Base (CNB) respecto a la “independencia”:

Visión de Nación: “El CNB se centra en la construcción de una nación justa, democrática, pluralista y pacífica, en la que se erradiquen la discriminación y se respeten los Derechos Humanos. La comprensión de la Independencia ayuda a entender los orígenes y el proceso de formación de esta nación”. Entonces: ¿Vivimos realmente en una nación justa, democrática, pluralista y pacífica? ¿Qué nos hace pensar que hemos alcanzado la independencia? ¿Qué sentimos ahora que cuestionamos la mal llamada celebración de independencia? ¿Queremos ser parte del cambio o continuar replicando la falsa historia? ¿Qué estamos dispuestas y dispuestos a hacer para recuperar la verdadera historia?

Lisseth Santos es trabajadora social y antropóloga social, egresada del Centro Universitario de Occidente de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Está comprometida con la transformación social, trabajando por un mundo mejor para todas y todos.