_81c230b8-6492-42e9-b114-023f48adfd44

Recuperación de prácticas ancestrales

POR OLGA ELIZABETH PÉREZ ROSALES 

Para sanar heridas colectivas, para recuperarse como pueblo, para atreverse a volver la mirada a los propios ojos, a los ojos de los que están cerca, a los ojos del prójimo, que no es más que el próximo, intencionando adentrarse no solo al pensar, sino al sentir de las personas, es necesario fortalecer la Cultura. 

La Cultura no es más que el proceso por medio cada pueblo, lugar, cada encuentro de relaciones construye la satisfacción de sus necesidades humanas esenciales; retomando las prácticas cotidianas a partir de los valores, de las formas propias de relacionarse, de la resolución y mediación de conflictos, de la posesión y construcción de capacidades de auto regenerarse; evitando así, la internalización de una anticultura alienante y consumista, que obstaculiza, impide y dificulta la plena realización humana individual y colectiva.

Basta con escuchar, ver o leer las noticias en los diferentes medios de comunicación radial, televisiva, prensa escrita o redes sociales; para recordarnos y mantenernos constante y conscientemente en un resquebrajamiento del tejido social; fenómenos como asesinatos, mortalidad infantil, trata de personas, migración, discriminación, racismo, pobreza, desnutrición, analfabetismo, desempleo, corrupción, violencia intrafamiliar y demás; los cuales en su conjunto, condicionan, limitan y rigen las posibles nuevas relaciones entre las personas, provocando al mismo tiempo patología sociales que alejan y circunscriben toda posibilidad de estar, vivir y convivir bien, a partir de la armonía, de la colectividad, de la solidaridad.

Se dice que estamos en un cambio de época, y no en una época de cambios: lo cual implica la decisión y obligación de reconocer la historia, de conocer a fondo la realidad de decidirse a vivir en una pedagogía de preguntas más que de respuestas ya formuladas, de permitirse saber y conocer a condición de atreverse, a inventar y descubrir aciertos y errores como parte de la experiencia, a aumentar la capacidad de escucha, a reconocer que las soluciones de ayer difieren de las soluciones de hoy, a sentir la necesidad de evolucionar, tomando en cuenta que los principios intemporales subsisten por encima de las acciones que deben cambiar.

Por lo que la recuperación de los valores culturales, de las prácticas sanas de convivencia, de la comunicación y protección de la red de la vida (medio ambiente), de la recepción de la sabiduría ancestral, del fortalecimiento del entendimiento (conocimiento de la historia, acceso a la herencia científica y filosófica…) del reencuentro con la espiritualidad, de la satisfacción de la necesidades esenciales humanas, tales como el fortalecimiento del derecho al sustento o subsistencia, a la protección, el afecto, a la participación, a la libertad, al ocio, a la creación, a la identidad, la trascendencia, como ejemplo de la recuperación del “poder con ternura” por parte de los padres y madres de familia, del reconocimiento y honra de los hijos e hijas hacia sus progenitores: a la capacidad de reencuentro con la creatividad e intuición, entre otros: a partir de todos ellos, dependerán las nuevas miradas, las nuevas relaciones, la construcción de nuevos caminos, la identificación de procesos alternativos de organización y comunicación, de incidencia y reconstrucción de nuevos liderazgos profundos con capacidad de deconstrucción de prácticas patriarcales, en búsqueda de la generación de una cultura matrística, que evoque en su conjunto, relaciones entre hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y señoritas, abuelos y abuelas, en la armonía y complementariedad, con sentido de colectividad, en búsqueda de una próspera realización y una vida más sana, plena y feliz.

Olga Elizabeth Pérez Rosales. mujer maya mam,  artista, gestora cultural, Terapeuta social, administradora de empresas, actualmente directora del Centro Cultural Municipal Ostuncalco.