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Tejiendo vida con equidad de género

Por ENTREMUNDOS

En el territorio de la Mancomunidad Tzolojya, Sololá se crea un espacio para hombres donde puedan analizar el significado de ser hombre y reflexionar desde sus diferentes vivencias, realidades, contextos, experiencias y emociones. La formación se inicia por primera vez en la Escuela de Masculinidades del Lago de Atitlán, que tiene un solo propósito; formar al formador de formadores. Todo el proyecto surge desde la estrategia de “Tejiendo vidas libres de violencia” de la Mancomunidad Tzolojya. 

Se promueve el conocimiento personal y colectivo para identificar qué actitudes, comportamientos, ideas, prácticas, costumbres y acciones realizan enmarcados en los privilegios de ser hombres. Esto es parte de un modelo de una masculinidad hegemónica, es decir; actitudes aceptadas por la sociedad. El proyecto busca formas, maneras, métodos y alianzas entre hombres para romper y desaprender todas esas características para iniciar una transición hacia personas más sensibles y conscientes para la construcción de acciones afirmativas para una justicia de género efectiva y la prevención de las violencias.

“Nuevas” masculinidades

En este proceso cada participante recibe una metodología para fortalecer sus conocimientos, competencias y habilidades para crear y promover espacios para hombres en su organización, comunidades u otros espacios y generar un bloque de trabajo a escala cada vez más grande en el territorio explica Fidel Saloj, líder de la comunidad y promotor de la escuela. 

El término de “nuevas” masculinidades surgen de los movimientos feministas, haciendo alusión y demanda de que es necesario que los hombres también formen parte activa en la construcción de la justicia de género y prevención de violencia, refiriéndose a crear un modelo de masculinidad más positiva y sana. En realidad, no hay masculinidades “nuevas” ni “viejas”, sino que desde la diversidad masculina existente hay formas en que los hombres ejercen su papel; pueden ser más inclusivos, sensibles, conscientes y emocionalmente más positivos y aportan para una justicia de género, agrega Saloj. 

Romper hitos 

De acuerdo con los promotores de la escuela, masculinidades es una palabra para referirse a la construcción cultural, social e histórica de cómo los hombres han aprendido o han educados a ser hombres desde la imposición, la superioridad y los privilegios, pero con esta formación se busca romper algunos esquemas y estereotipos y cambiar actitudes. 

Independientemente de las formas o tipos que son llamados las masculinidades, una de sus aristas es que todas buscan que los hombres puedan involucrarse y formar parte para la construcción de acciones afirmativas para alcanzar una justicia de género y la prevención de la violencia, puntualiza. 

Para hacer un cambio y evitar enmarcar a los hombres en ciertas acciones, como llorar o demostrar afecto, es necesario reconocer y abordar que el hombre juega un papel importante en la prevención de violencia, aporta a la inclusión y justicia de género. Analizando las diferentes esferas personales, familiares, comunitarias, culturales, religiosas y políticas para identificar qué característica hegemónicas tiene cada hombre, como también qué características no encajan o no forman parte de forma positiva en la sociedad. Pero, se debe tener un punto de partida, para asumir compromisos personales y colectivos.  Abordando el tema como sociedad, se mejorarían las relaciones de género, habría más igualdad y más prevención de la violencia, especialmente aquella contra las mujeres.

Contexto desde las comunidades

Por ser un nuevo proceso en el territorio de la Mancomunidad y sus comunidades y considerando que el territorio lo integra mayoritariamente poblaciones mayas kiches y kaqchiqueles, no existe una definición en dichos idiomas para referirse a las masculinidades, pero se comparte y si tiene la concepción de que es un proceso de sensibilización dirigida a hombres para la lucha contra la prevención de la violencia y la equidad de género. 

Es necesario contextualizar y adaptar la metodología tomando en cuenta los factores sociales, culturales, religiosos, políticos y demás del territorio, para ser coherentes y pertinentes. Además, estar en constante validación a lo largo del proceso, incluso la denominación de la escuela está en proceso de revisión, porque este concepto de la “escuela” es muy sistemático y occidental,  por lo que se sigue analizando y reflexionando sobre el nombre que finalmente tendrá el espacio, explica Saloj. 

Gestación del tema

Es importante señalar que el proyecto de la escuela surge a partir de la demanda de mujeres titulares de derecho que participan en las escuelas de tejidos y bordados de la Mancomunidad Tzolojya, como también de las mujeres titulares de responsabilidades de las comisiones comunitarias y comisiones municipales de la mujer de este territorio como una medida para el involucramiento de los hombres en el proceso de prevención de la violencia y la justicia de género.

Además, hay prioridad de parte de la cooperación con quienes trabajamos en incluir estos programas en las estrategias de trabajo en el territorio.  

La escuela se establece en el marco del proyecto “Mujeres mayas kaqchikeles y kiches tejiendo y caminando juntas para una vida libre de violencia, en 4 municipios del departamento de Sololá”,  proyecto financiado por la diputación foral de Bizkaia de España, en coordinación con ENTRE AMIGOS/LAGUN ARTEAN. A este proceso, se ha sumado, la Société de coopération pour le développement international (SOCODEVI), con el proyecto Desarrollo Económico Inclusivo en Sololá Guatemala (PRODISOL).  A partir de la experiencia hasta el momento, se han iniciado otras gestiones para que la escuela esté vigente durante los próximos 5 años.

El proceso metodológico y facilitación lo realiza la Fundación Centro Bartolomé de las Casas del Salvador, a través de la metodología experimentada por más de 15 años de la Escuela De Masculinidades Equinoccio. Ésta consiste en un proceso de reflexión personal y colectiva, es una metodología práctica partiendo de la propia vivencia de cada uno de los hombres, para la deconstrucción de la identidad de género masculina (desaprendizaje del modelo hegemónico de masculinidad), gestando desde elementos subjetivos como lo es la cultura, costumbres, lenguaje cotidiano, el juego y la corporalidad. 

Al finalizar el proceso, cada participante se compromete a formar parte de una red de hombres, cuya función principal será continuar analizando y reflexionando los retos, desafíos, barreras y limitaciones que se encuentran día a día.  Además, buscarán definir de manera consensuada y conjunta otras formas, estrategias y pronunciamientos desde la visión de hombres aliados para la prevención de la violencia y la justicia de género en el territorio de la Mancomunidad Tzolojya.  

Asumir vivencias

Uno de los principales errores que se comente al hablar de masculinidades es empezar a hablar de los roles que los hombres deben asumir en el ámbito reproductivo, que resulta como un ataque directo a los privilegios de los hombres; quienes como defensa optan por no seguir participando y rechazar el proceso, por eso es importante contar con una ruta metodológica donde el punto de análisis sea el ser hombre desde una mirada personal e individual pero también desde una mirada colectiva, analizando con otros para iniciar un proceso  de forma afirmativa basados en la propia vivencia de cada hombre. 

Como todo proceso de transformación y cambio social existen retos, y la dificultad que se presenta es que no todas las organizaciones cuentan con las herramientas para trabajar, generalmente se usan metodologías de trabajo realizadas en otros contextos. Sin embargo, ya se inició con este proceso que se espera pueda expandirse en el departamento y pueda ser abordado en los espacios para beneficiar a una sociedad más justa.