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#JusticiaYa: Seguimos aquí

Por Gabriel Wer – #JusticiaYa – Noviembre 2015

Desde la primera protesta ciudadana el 25 de abril, se ha dicho que Guatemala despertó. Se habla de una primavera guatemalteca, incluso centroamericana. La realidad es que aquí nadie dormía. No se puede descansar en un país donde la mayoría de habitantes lucha por sobrevivir, mientras la clase política y las estructuras paralelas buscan a toda costa llegar al poder y mantenerlo para enriquecerse, ya sea por cuatro o más años. El sopor del silencio inundaba las aulas, los comercios, el campo, las empresas, las calles y las plazas. Quizá era parte del legado de 36 años de un conflicto armado interno y de la represión ciudadana que lo caracterizó.

Manifestante en guatemala. foto por Rafael Mora #JusticiaYa

Manifestante en guatemala. foto por Rafael Mora #JusticiaYa

Algo nació con estas movilizaciones pacíficas en todo el país y ha servido de alimento para un debilitado tejido social y capital cívico. Éste se ha visto fortalecido en gran medida por un reencuentro ciudadano que muchos ansiábamos y que creíamos poco probable. Después de muchos años de silencio, especialmente urbano, hacia nuestros gobernantes y entre nosotros, nos atrevimos a verbalizar la indignación y a exigir justicia. Y lo hicimos de manera pacífica. Estas acciones tuvieron consecuencias favorables. Cayeron figuras como el presidente y la vicepresidenta, así como un modelo de campaña electoral corrupto. Surgieron colectivos estudiantiles, ciudadanos y políticos. Se crearon nuevos espacios de discusión y de articulación entre grupos, entre departamentos, con distintas culturas e incluso con otros países. Esta breve historia ha resonado por todo el mundo y no hay marcha atrás.

Aunque en pocos meses hemos tenido triunfos importantes, no debemos permitir que el triunfalismo y la impaciencia nos ganen. Lo han dicho en reiteradas ocasiones la Fiscal General Aldana y el Comisionado Velásquez: los tiempos de la justicia son otros, normalmente más lentos. Sabemos que los logros de estos cinco meses no pueden atribuirse exclusivamente a las movilizaciones, pero no debemos menospreciar el papel esencial que la ciudadanía está desempeñando como actor emergente e inesperado en el tablero político de Guatemala. Podemos afirmar que más allá de funcionarios corruptos y grupos criminales, los grandes derrotados han sido el silencio y la resignación. Somos muchos los ciudadanos que seguimos buscando de forma pacífica y firme esos cambios de fondo que dificulten la impunidad y el acceso al poder de personas con ambiciones corruptas e ilícitas. Las manifestaciones pacíficas iniciales respondieron a un objetivo único de lucha contra la corrupción en el Ejecutivo. Su fuerza radicó en que la indignación se concentró en rostros y nombres específicos. Se ha tratado de una relación casi simbiótica entre las investigaciones del Ministerio Público y la CICIG, y las convocatorias a las plazas y calles por parte de colectivos y grupos ciudadanos. Sin embargo, desde las elecciones generales de septiembre, iniciamos una etapa en la que necesitamos ser más ambiciosos y transformar estructuras. Por eso estamos en un momento crucial que requiere de mayor articulación y organización ciudadana. Se requiere de un enfoque más amplio y profundo, conformado por una línea de acción externa y otra interna, ambas bien definidas.

La labor externa tiene como finalidad asegurar la transparencia en el Estado y la ausencia de impunidad en todo el espectro político y gubernamental, es decir, desde los partidos políticos hasta la administración pública. Sabemos que seguirán las capturas de casos como La Línea y se presentarán nuevos casos emblemáticos. Debemos continuar fiscalizando las políticas y las acciones del gobierno de turno y de quienes asuman el poder en enero. Tanto corruptos como corruptores deben ser denunciados y llevados ante la justicia. La lista de acciones judiciales sigue creciendo y una organización ciudadana vigilante y participativa debe acompañar este proceso de depuración. Asimismo, se deben intensificar los acercamientos entre sectores civiles que históricamente han sido antagónicos para fortalecer la lucha por cuestiones clave y unificadoras como el presupuesto de la nación, la depuración judicial y legislativa, y la reforma de leyes importantes que actualmente son focos de corrupción. Son batallas más largas y complejas, pero no imposibles y ciertamente no menos necesarias.

Desde el punto de vista interno, es necesario trabajar en sistematizar los mecanismos de organización ciudadana, de información y de fiscalización, así como en diseñar y consensuar una ruta concreta de justicia, paz e inclusión para nuestro país. Paralelamente, este movimiento social debe lanzarse a la importante tarea de entenderse desde adentro sin renunciar a la acción. La crítica es saludable y tiene su razón de ser, pero no debe paralizarnos, especialmente en estas fases iniciales del movimiento. También la autocrítica es necesaria y debe hacerse continuamente. Demandar resultados sin asumir el compromiso de su construcción es una postura política y ciudadana irresponsable.

Los riesgos son los mismos y aunque debemos ser prudentes, la coyuntura no nos permite ceder ante la resignación y el miedo. En algunos grupos y segmentos, sigue reinando cierto pánico ideológico que en lugar de apostar por el diálogo y el intercambio de ideas para construir capital cívico y político, infunde miedos irracionales que desinforman y dispersan esfuerzos. Los discursos de distintos líderes de opinión y de políticos experimentados siguen enfocándose en nuestras diferencias, polarizando aún más nuestro frágil tejido social. Las estructuras y mecanismos de corrupción continúan funcionando y aún existe la posibilidad de algún tipo de represión por parte de los poderes locales y centrales. Para mitigar estos y muchos otros riesgos, en #JusticiaYa asumimos el rol de ser una plataforma de información, diálogo y organización ciudadana.

Plaza central de Ciudad de Guatemala. Foto por: Rafael Mora #JusticiaYa

Plaza central de Ciudad de Guatemala. Foto por: Rafael Mora #JusticiaYa

Será muy difícil alcanzar los cambios que soñamos si no fortalecemos las estructuras ciudadanas organizativas con mayor representatividad. Las redes regeneradas en las calles y plazas deben ser cosechadas para que estas movilizaciones acaben por convertirse en el semillero de una nueva clase política dispuesta a participar democráticamente por la renovación del sistema. El camino es largo y se está construyendo a partir del diálogo, la información y la formación. Nuestra apuesta es por el respeto, la empatía, la unidad y el amor. La historia ya nos demostró a dónde nos llevó el miedo, el silencio, el odio y la venganza. Que el espíritu pacífico y de unión prevalezca en esta larga lucha por un país distinto, mejor. Estamos aquí y no volveremos a callar.