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Palma de la Destrucción

Roberto Gandinni

La historia se repite, como comedia y como tragedia. Ahora, la trilogía bananera de Miguel Ángel Asturias se convierte en la trilogía de la palma africana, que representa la llegada del monocultivo, los magnates del capital y nuestro pueblo muriendo. La tala de árboles, la contaminación masiva de ríos, el desgaste de los suelos y la falta de desarrollo de las comunidades, son algunos de los efectos que se atribuyen a la siembra de palma para aceite o palma africana.

Ejemplo de esta tragicomedia, es la reciente presentación -con bombos y platillos- del primer informe satelital sobre palma africana, lamentablemente con información manipulada para llegar a conclusiones que únicamente benefician a los productores de este monocultivo. Los datos son la mejor prueba que se puede tener de esta manipulación: la pérdida bruta de bosques en los últimos años es de 2,502 963 hectáreas, de las cuales 180,614 están destinadas al cultivo de palma. De estos datos tenemos que señalar que 22,967 hectáreas del cultivo total de palma se ubicaban en áreas protegidas.

A pesar de estos datos, el estudio trata de exonerar la responsabilidad de la deforestación y contaminación a los productores de palma africana, aduciendo aspectos técnicos como suelos bajos en carbono, actividad ganadera anterior. Por lo tanto, se pretende enviar el mensaje de que la ganadería fue la causante de la deforestación (este tema lo podemos analizar en un próximo artículo). El mismo director de Satelligence (una organización que monitorea la producción agrícola en el mundo) asegura estos aspectos, pero esto solo demuestran que se quiere llegar a conclusiones erróneas tomando datos reales.

Es tan grande la cortina de humo que se quiere hacer sobre este tema, que la Grepalm (Gremial de Productores de Palma) ha integrado una mesa interinstitucional, la cual está conformada en su mayoría por defensores de este cultivo, para dar una imagen falsa de la realidad. En el 2019, se emitió un acuerdo del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) a partir del cual, entró en vigencia un nuevo listado taxativo de proyectos, obras y actividad industrial. Éste, establece una clasificación con categoría a determinada actividad industrial; a pesar de que el cultivo de palma es de alto impacto al medio ambiente, el acuerdo pretende bajarlo de categoría de riesgo para darle prerrogativas. El propio ministro del MARN justifica la siembra de palma africana, puntualizando que hay un tabú al respecto de su efecto al medio ambiente.

Estos ejemplos de manipulación de los verdaderos efectos de la palma de aceite, o africana, nos demuestran la trama que muchos organismos están llevando a cabo para justificar la siembra de este cultivo que tanto daño ha causado al medio ambiente y a las comunidades involucradas. Todo ello, nos demuestra que estamos frente a una confabulación de diversos sectores para beneficiar a la Grepalm, la cual va en contra de los más elementales conceptos de preservación ambiental.

Es importante recordar los siguientes datos para ubicarnos en la realidad de la palma de aceite o palma africana. Ésta tiene una vida útil de 25 años, por lo que, cumplido dicho periodo, hay que arrancarla, fertilizar el suelo y sembrarla nuevamente, de lo contrario no se reproducirá. Sin embargo, esta práctica es de muy alto costo, por eso las empresas dejan los suelos empobrecidos y buscan nuevos bosques que deforestar, para así poder seguir sembrando la palma, dejando desérticas zonas en las que había bosque.

El daño al ambiente que produce la sustitución de bosques por palma es irreversible, por lo que provoca un daño al medio ambiente que ya no tiene recuperación. Especies nativas pueden desaparecer por completo de la tierra y cuando todo el sistema ecológico se compromete, la biodiversidad desaparece. Además, por el tipo de cultivo que representa la palma, no se permite que ningún otro tipo de vegetación crezca a su alrededor y esto crea un ambiente llamado “desierto verde” cuando se termina el cultivo por su ciclo. El suelo tardará años en recuperarse, y será difícil que otra vegetación logre afianzarse en el lugar.

Bajo esta expectativa, se ha tejido una red de componendas para justificar un cultivo que tanto sufrimiento ha causado a Guatemala (y en otros países del mundo), tanto a la población como al medio ambiente. Se han emitido acuerdos gubernamentales favorables a los productores de palma porque han apoyado campañas políticas, beneficiando así a los gobiernos, pero olvidando las necesidades propias de las comunidades guatemaltecas que siguen careciendo de educación, salud y alimentación (la desnutrición infantil llega hoy al 50 %).

Aunque no es posible decir que la solución para generar empleos es el trabajo en el campo, el cultivo de palma tampoco ofrece un panorama alentador: por cada 4 hectáreas de siembra de palma solo hay una persona trabajando, por lo que no es una fuente de empleos confiable para el desarrollo de empleo. El trabajo que proporciona a la población es mínimo en comparación con las hectáreas sembradas de palma.

Guatemala es un país eminentemente forestal. Es importante restablecer los suelos para darle el carácter agronómico que le corresponde, lo cual es, el manejo de bosques. Por lo tanto, hay que detenerse y cambiar de plan: estas grandes extensiones de tierra que hoy tienen palma deben ser reforestadas para que pueda desarrollarse la biodiversidad que conlleve a una alimentación y producción sostenible para las comunidades.

Nuestro país saldrá adelante si se rectifican las prácticas erróneas que se han estado realizando hasta ahora, y si la economía se realiza desde todos estos enfoques: desarrollo local regional y global. Sólo así podremos encaminarnos a tener una mejor sociedad que combine el cuidado del medio ambiente con el desarrollo social y económico de los guatemaltecos.

El artículo anterior fue publicado originalmente en gaZeta, un medio de comunicación digital amplio y abierto a todas las opiniones y criterios, laico y apartidario, producido y realizado sin fines de lucro.

 

Foto de portada de David Peña disponible en flickr