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Deforestación Tropical: ¿Por qué es tan peligrosa y por qué debe importarnos?

Por: Fabio Cresto Aleína

A finales de abril, la Fundación Nacional Indígena de Brasil anunció un giro en U en la política que por décadas, habían estado persiguiendo, para hacer efectivo el acceso a 9.8 hectáreas de tierras indígenas en el bosque amazónico para el acaparamiento de tierras, minería y deforestación. Además de las implicaciones éticas de esta regulación que puede destruir medios de subsistencia de tribus no contactadas previamente y exponiéndolos potencialmente a la actual pandemia, este nuevo giro en la política brasileña puede tener grandes repercusiones para el mundo entero. Los bosques tropicales como el Amazonas son puntos concentrados de biodiversidad ya que albergan la mitad de las especies del planeta, por consiguiente son considerados un ecosistema clave en la preservación de la biodiversidad terrestre global. Sin un plan fuerte para proteger a dichos ecosistemas, no tendremos medios para prevenir la extinción de infinidad de especies en peligro de extinción. Si nos alejamos del Amazonas y miramos a los trópicos como uno sólo, podemos ver que la situación es terrible casi en todos lados, pues las tasas de deforestación se están desplomando en todo el mundo y la mayoría de bosques tropicales, como el Amazonas, está bajo amenaza debido a la creciente presión humana.

En los trópicos la deforestación ocurre principalmente por el cambio de uso de la tierra, junto con monocultivos de gran escala que reemplazan los bosques tropicales originales causando pérdidas irreversibles en la biodiversidad y las reservas de carbón. Los bosques están entre los ecosistemas terrestres más eficientes en el almacenamiento de carbono, capturándolo de la atmosfera en los tejidos de las plantas, como también en la madera muerta, en los desechos y el suelo. Además de las grandes pérdidas en la diversidad por medio de la transformación de los bosques en plantaciones, el uso de la tierra está –efectivamente- amplificando las emisiones de carbono. Pero detengámonos por un momento, alguien podría objetar: los monocultivos son plantas también, ¿acaso no capturan carbono también? Bueno, lo hacen, y normalmente las plantas en la agricultura crecen más rápido que la vegetación natural, pero a largo plazo no almacenan básicamente nada de carbono, pues son generalmente cosechados después de 10 a 20 años en los trópicos, por lo tanto, regresan la mayoría del carbono almacenado a la atmosfera.

Por el contrario, los bosques naturales son capaces de almacenar más dióxido de carbono por más tiempo, y también son generalmente más resilientes a climas extremos y enfermedades, ya que evolucionaron autorregulándose y autogenerando mecanismos que los habilitaron a sobrevivir por milenios antes de la llegada de los humanos. En otras palabras, cortar bosques libera dióxido de carbono a la atmosfera (en el caso de que los arboles sean quemados), y elimina la habilidad de acumular carbono del ecosistema. Pero los servicios ecosistémicos de los bosques (y de los bosques tropicales en particular) no se detienen en su habilidad de acumular y almacenar carbono, o en su papel de puntos de concentración de biodiversidad. Los bosques tropicales están, de hecho, involucrados en la regulación de proveer agua, una función que es a menudo descuidada. Estabilizan el suelo y reducen los riesgos de deslizamientos de tierra y la erosión del suelo mediante la mejora del reciclaje de agua a través de la evo transpiración, jugando un papel fundamental en la reducción del riesgo de inseguridad del agua. La evo transpiración es básicamente el proceso de bombeo que transfiere el agua de la tierra hacia la atmosfera, incrementando así la humedad en el aire y el agua disponible para la precipitación. Esto es particularmente verdadero en el Amazonas, en donde más de un tercio de la lluvia local se origina en la cuenca del Amazonas. Un incremento en la deforestación mermará definitivamente esta contribución, que no termina en la cuenca del Amazonas, pues en realidad todos los países de Sudamérica (a excepción de Chile) y algunos de Centro y Norteamérica, los países se benefician de la humedad que proviene del Amazonas. Estudios recientes han demostrado cómo los incrementos en las tasas de deforestación pueden empujar este ecosistema hacia lo que llaman “punto de inflexión”, posterior a que la mayoría del Amazonas se convierta en un ecosistema más seco (como las sabanas) en menos de 50 años, lo que traería consecuencias catastróficas a nivel mundial.

Desde el 2010, la conferencia COP-10 en Nagoya, Japón, Guatemala ha sido reconocida como uno de los 20 países “megadiversos” y esta definición se debe también a la abundancia de bosques. En un estudio reciente realizado por Bronson Griscom and Colleagues, Guatemala ha sido identificada entre los primeros 40 países tropicales en los cuales las soluciones al cambio climático basadas en la naturaleza son las más costo-efectivas en términos del secuestro de CO2 equivalente por año. Griscom and Colleagues mostraron particularmente que si tomamos en cuenta el potencial total de las soluciones basadas en la naturaleza, estas podrían cubrir más del 100% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero actuales del país. En el caso de Guatemala la solución costo-efectiva más importante basada en la naturaleza para el cambio climático es precisamente la protección de bosques existentes y la restauración de tierras que eran forestales previamente. Claro, una transición general global hacia una economía descarbonizada es fundamental para poder alcanzar los objetivos de los Acuerdos de París, pero la ciencia nos muestra que países como Guatemala ya poseen potencial natural para superar el desafío global de la reducción de emisiones de carbono. También es claro que para aprovechar el potencial destacado en estos estudios científicos, los gobiernos de países tropicales como Guatemala deben tomar medidas inmediatas y difíciles para combinar un plan integral para la conservación y renaturalización de los ecosistemas locales con el desarrollo socio-económico rural.

Evitar la deforestación y por lo tanto limitar la expansión de tierras de cultivo pueden invalidar potencialmente el desarrollo del sector agrícola. En ciencia política, esto es llamado un “problema súper malvado”, el cual es una combinación de problemas complejos, que desafían cualquier solución simple y que se pueden conocer solo a medida que se abordan. La capacidad de pelear contra el cambio climático depende también del desarrollo de comunidades rurales, sin embargo, algunas actividades que guían a ese desarrollo, (como la deforestación para la agricultura) pueden aumentar el cambio climático y sus impactos. Desafortunadamente, esta es una de las razones por las cuales las tasas de deforestación no cesan en Guatemala. Global Watch reportó que solo en periodo del año 2000 al 2018, Guatemala perdió más del 20% de sus áreas más forestales (lo que significa áreas con cobertura forestal mayor al 75%), con una pérdida total de cobertura forestal del 35% en el mismo período de tiempo.

Estos números son enormes en los departamentos de Petén, Alta Verapaz e Izabal encabezando un ranking nada envidiable de las áreas con las mayores pérdidas desde el año 2000. La solución a este problema súper malvado, probablemente se encuentra en un profundo cambio de nuestros medios de producción y la elección de una agricultura más sostenible y consciente, una elección que tiene que ser compartida por los políticos y los agricultores, pero principalmente por los votantes y consumidores. Todos tenemos la responsabilidad de genera el cambio. Claro, países más grandes como Brasil e Indonesia están frecuentemente en las portadas de las noticias mundiales debido a la gran cantidad de hectáreas perdidas a diario para la agricultura no sostenible (principalmente relacionada a la industria cárnica) y otras actividades comerciales, pero no podemos olvidar lo que está pasando justo en nuestra puerta, incluso ahora, mientras nos enfrentamos a una de las crisis globales de salud y economía de entre las más dramáticas de la historia.

Referencias y lecturas adicionales:

Grisco et a., Potencial nacional de mitigación a partir de soluciones climáticas naturales en los trópicos, Phil. Trans. R. Soc. B (2019)

Levin et al., Superando la tragedia de los problemas súper malvados: restringir nuestro futuro para mejorar el cambio climático global, Ciencias políticas (2012)

Lovejoy and Nobre, Punto de inflexión del Amazonas: última oportunidad para la acción, Avances científicos (2019)

Spracklen et al., Observaciones del aumento de las precipitaciones tropicales precedidas por el paso del aire sobre los bosques, Naturaleza (2012)

Staal et al., Cascadas de lluvia forestal amortiguan contra la sequía en la Amazonía, Naturaleza (2018).

Torres and Brandford, «Brasil abre 38,000 millas cuadradas de tierras indígenas a los extranjeros», Mongabay (2020).

Mongabay, “Estadísticas de deforestación para Guatemala”.