297174493_5300713013351932_7157997562204098688_n

Impulsando la construcción de viviendas con pertinencia cultural

EQUIPO IDESAC

Con reboso en la cabeza, botas de hule, indumentaria maya y muchas ganas de tener una vivienda propia, decenas de mujeres se unen en el proyecto K´loj qya Aq´unal te Kójla (Mujeres Luchadoras de Cajolá).

La vivienda digna, adecuada y saludable en el área rural es un derecho humano. Como organización se promueve la construcción de viviendas con materiales locales como una alternativa para beneficiar a mujeres indígenas del municipio de Cajolá, Quetzaltenango.

La realidad actual de los pueblos originarios y comunidades rurales de Guatemala es de empobrecimiento extremo; esto es el resultado de un proceso histórico.

El Estado de Guatemala mantiene una deuda histórica con la mayoría de la población que se refleja en la actual estructura política y administrativa que ha profundizado la brecha de desigualdad, siendo incapaz de garantizar los derechos de su población.

La desatención afecta a hombres y mujeres de diferentes maneras, pero con más recurrencia los derechos de la mujer; como en los procesos de gestión social de vivienda, dados los roles de género dominantes y el desequilibrio de poder general entre los sexos y entre diferentes grupos en todas las esferas de la sociedad humana.

Cajolá con rostro de mujer

A las mujeres, en especial aquellas que pertenecen a grupos indígenas, no se les garantiza su derecho a una vivienda digna y adecuada. Esto debido, entre otras razones, a la tradición, la falta de conocimiento de sus derechos, la discriminación y falta de voluntad política del gobierno local y central. Sin embargo, es importante plantear que, en contraposición a la primera afirmación, las mujeres también asumen un papel activo en su desarrollo social en tres ámbitos fundamentales: el hogar, el trabajo y la organización de la comunidad, lo cual hace cuestionar la estructura de poder en relación al género.

Según datos del XII Censo Nacional de Población y VII de Vivienda 2018, el municipio de Cajolá Quetzaltenango cuenta con una población de 14,948 habitantes, el 95% se auto identifica como población maya mam. El municipio reporta un 81.6% pobreza y 25.4 % de pobreza extrema. Asimismo, se identifican 2,916 hogares, donde existe un 40.02 % de jefas de hogar.

De estos hogares con jefatura monoparental a cargo de una mujer, el 82% presenta un déficit habitacional cualitativo (mejoras, piso, servicios básicos) y 18% cuantitativo (vivienda nueva). Actualmente el déficit habitacional a nivel nacional es de 2.2 millones (CEPAL, marzo 2021), 60% cualitativo y 40% cuantitativo. Según el Ministerio de Comunicaciones Infraestructura y Vivienda (MCIV), el déficit habitacional en el país se incrementa en 100 mil unidades cada año.

Ante esta realidad, el Instituto para el Desarrollo Económico Social de América Central (IDESAC), lleva varios años impulsando la construcción social de vivienda en el municipio de Cajolá, Quetzaltenango. El programa involucra a las mujeres, a la niñez y a la juventud, lo cual permite deconstruir pensamientos machistas e individualistas del rol de la mujer con respecto al trabajo de construcción, la propiedad de la tierra para vivienda, su rol como organizadora de la familia y como actora del cambio social con propuestas alternativas, sostenibles y resilientes en su territorio.

IDESAC promueve la construcción de viviendas con materiales locales como alternativa adaptada al medio, rentable y ecológica.

 

La misión es encauzar las demandas de los grupos que han sido excluidos por razones económicas, étnicas, de género y socio-culturales a través de mecanismo incluyentes y participativos, mejorando la posibilidad de satisfacción de sus necesidades vitales culturalmente expresadas en el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios, equidad de género, protección de recursos naturales y medio ambiente.

Luchadoras de Cajolá

Es así como en conjunto con el Grupo Asociativo Gestor de Vivienda K´loj qya Aq´unal te Kójla (Mujeres Luchadoras de Cajolá) integrado por familias Maya Mam, donde el 76% son madres jefas de hogar, se impulsa un proyecto piloto de construcción de viviendas, cocinas y baños con el sistema sismo resistente con materiales locales (adobe) con la ayuda mutua y cooperación comunitaria con la asesoría técnica de IDESAC y apoyo de Misereor (Obra episcopal de la Iglesia católica alemana para la cooperación al desarrollo).

El objetivo es lograr el acceso de sus familias a una vivienda digna, adecuada y saludable, a través del acceso a programas de financiamiento u otorgamiento de subsidio estatal. Este es un modelo viable para la diversificación de programas y para la incidencia en las políticas públicas de financiamiento, en articulación con otras organizaciones sociales, comunitarias, académicas y del sector vivienda, en el sur occidente y a nivel nacional. A la fecha se han construido 25 viviendas con sanitario. Cada casa lleva el esfuerzo y trabajo de las mujeres mayas mam.

 

A partir de la organización y autogestión comunitaria el Grupo Asociativo Gestor de Vivienda K´loj qya Aq´unal te K´ojla, 25 familias (150 beneficiarios en su mayoría niños y niñas de 0 a 12 años) han logrado resolver y mejorar su calidad de vida, fortalecido su capacidad de resiliencia, en el ámbito domiciliar y la seguridad de donde vivir.

Esta es una experiencia que recupera prácticas ancestrales, los materiales utilizados contribuyen al cuidado del medio ambiente y la participación de las y los beneficiarios en todo el proceso constructivo y fortalece la organización local y la conciencia del derecho al acceso a vivienda como un derecho humano que el Estado debe garantizar.

Se debe reconocer que las mujeres, en especial las mujeres de las comunidades rurales e indígenas se deben empoderar para mejorar su calidad de vida.

 

Economías fuertes

La Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) designó el 15 de octubre como el Día Internacional de las Mujeres Rurales, en la cual reconoce “la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza”, puntualizan.

Además, promueven el empoderamiento de las mujeres y las niñas rurales para construir un futuro próspero, equitativo y pacífico para todos en un planeta sano. Es necesario para lograr la igualdad entre los géneros, garantizar un trabajo decente para todos, erradicar la pobreza y el hambre y adoptar medidas relacionadas con el clima, según la ONU.

En el país funcionan las Escuelas Técnicas de Campo para la Alimentación Escolar (ETCAE), el cual se fundamenta en la educación no formal para adultos. Este se dirige a familias rurales que buscan el empoderamiento, desarrollo de las comunidades y sostenibilidad de la agricultura familiar.

En el caso de las comunidades de Cajolá, las organizaciones aportan su granito de arena para el buen vivir de las mujeres. Es un reflejo de la importancia de empoderar a la mujer, ya que permite construir economías fuertes, establecer sociedades más estables, velar por los derechos humanos y mejorar la calidad de vida de las familias.

Además, el trabajo que desempeña la mujer brinda un retorno en el desarrollo de la comunidad a la que pertenece. Celebremos y dignifiquemos a las mujeres rurales.