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La fuerza de las mujeres

POR VERONICA DI MAGGIO

Empecemos con un concepto básico, ¿qué es el feminicidio? El feminicidio representa una parte preponderante de los homicidios de mujeres, dentro de relaciones sentimentales poco estables. Es decir, mujeres asesinadas por hombres por el hecho de ser mujeres.

Ahora, aclaremos otro concepto: ¿qué es el patriarcado? El patriarcado significa literalmente “ley del padre” y se utiliza para indicar el ordenamiento social en el que la autoridad y el poder se concentran tradicionalmente en manos de los individuos masculinos.

Estos dos temas se cruzan entre sí creando una especie de concepto de causa y efecto. Uno no existe sin el otro. El patriarcado es la causa del feminicidio, o mejor dicho, la raíz del feminicidio está en la cultura patriarcal y aunque no se quiera admitirlo, existe una desinformación concreta del tema, una falta concreta de las instituciones y de la propia familia en educar a los jóvenes sobre los temas.

En muchas culturas, la tendencia es ocultar el problema detrás de las paredes de la casa o simplemente ignorarlo y dar por sentado que todo es normal, incluso cuando no lo parece. Un niño que crece en un hogar donde la violencia es tan constante como el pan de cada día, verá esto con normalidad y no como un problema. Las probabilidades de que actúe de la misma manera con una mujer son altas y automáticamente asume estas acciones como normales y cotidianas, para luego crear una especie de reacción en cadena. La violencia no será vista como un acto problemático sino como la solución al problema.

Aún más importante y no debe subestimarse, es cómo los casos de feminicidio son publicitados y compartidos por lo que llamamos portales de información, o los medios de comunicación. ¿Cómo se transmite la noticia en los medios de comunicación de un hombre que violó a una mujer, que la mató por celos porque fue dejado, por acoso y demás?
En la mayoría de los casos, siempre se tiende a culpar a la mujer, la culpa proviene de una acción equivocada de la víctima, como si ésta hubiera hecho algo para desencadenar la ira del hombre y así justificar la acción misma.

Siempre se tiende a dudar o cuestionar las actitudes o acciones de la víctima, enfocándose solo y exclusivamente en ellas, asumiendo que siempre hay una consecuencia a la causa.

Con estos dos tipos de actitudes; desinformación y falta de educación, sobre todo sexual en los institutos, se tiene una reacción en cadena continua donde el patriarcado y el feminicidio son dos tópicos incómodos que hay que enfrentar en la sociedad moderna. Cuanto menos se hable de ello, menos es el problema.

“Si las niñas se hubieran quedado cerca del hogar, donde era su lugar, si no hubieran salido por la noche, si no hubieran aceptado ir a la casa de esos chicos, nada habría pasado”. Esta fue una de las frases que dijo el abogado en un juicio por violación en Italia en 1975, donde la violación no era vista como un delito contra la persona sino contra la moral.
En Italia, al igual que en Guatemala el problema es continuamente reprimido. Recordando ese episodio de las 41 adolescentes quemadas en una casa de acogida el 8 de marzo de 2017; en San José Pinula, 56 niñas entre diecisiete y doce años, después de liderar una protesta fueron detenidas y llevadas a un aula del hogar temporal. Después de horas encerradas en condiciones inhumanas, el edificio se incendió y 41 de ellas murieron en llamas.

Es aquí donde veo mi cultura, cruzarse con la cultura guatemalteca, como se cruza con otras culturas del mundo. Guatemala tiene una de las tasas más altas de feminicidio en el mundo, con cifras que aumentan cada año. Solo en 2020, la tasa aumentó de 1.3 a 1.6; 527 casos reportados de feminicidio en 2021, 534 en 2022 y 69 de enero a marzo de 2023.

En Italia, se produce con números ligeramente menores que en Guatemala, un escenario muy similar donde una mujer es asesinada (aproximadamente) cada 2 días. Lo que más asusta es saber que con el paso de los años, el fenómeno en Italia en lugar de disminuir, aumenta año tras año. Una corriente de pensamiento que se acerca a la Edad Media y que ve a la mujer cada vez más como un objeto de posesión y control.

En Guatemala, el fenómeno es descrito incluso como una “epidemia” que caracteriza a estas sociedades en descomposición o machistas que ya no toleran que la mujer salga a la calle. Se dice que estas muertes no son más que la máxima expresión del uso, la práctica y la normalización del ejercicio de la violencia contra las mujeres.

La frustración del hombre que encuentra escape en la violencia contra los sujetos más vulnerables tiende a justificarse en el empobrecimiento que ha caracterizado la economía del país en los últimos veinte años, y que la apropiación y la fuerza del poder sobre una mujer hacen a un hombre más virtuoso y por lo tanto más respetable.

¿Cuál es el problema básico? Un Estado y un sistema de justicia que nunca han investigado ni castigado a los sujetos a pesar del continuo aumento de estos crímenes. El 71% de los asesinatos de mujeres en Guatemala permanecen impunes, un problema del que el Estado no habla.

Pero las mujeres guatemaltecas no están solas. A lo largo de los años han surgido y crecido  cada vez más las organizaciones de la sociedad civil que se ocupan de los derechos de las mujeres y que atienden el tema sin ningún tipo de interés o remuneración. 

En Guatemala la pobreza es mujer, pero es la fuerza de cada una de ellas lo que hace posible el pensamiento de no rendirse nunca y luchar día a día, sus deseos de expresión pero también sus silencios merecen todos nuestros esfuerzos de comprensión y acción.

Verónica Di Maggio es una italiana de 32 años. Vive en Londres desde hace nueve años y trabaja en el mundo de la moda. En su tiempo libre se dedica a la fotografía y se enfoca en documentar las culturas de los lugares a los que viaja.