20230203_102133

De árboles a postes

Fabiola Muñoz

Xelajú significa entre 10 montañas. Quetzaltenango es un departamento rico en naturaleza, lastimosamente, toda esta riqueza y hermosura ha sido mal utilizada por los mismos pobladores, y los gobiernos se excusan en el “progreso” para derribar árboles ancestrales. Por el supuesto bienestar de los conductores se cortaron las raíces de los árboles y se debilitó el ecosistema. Se han cambiado los árboles por postes de energía eléctrica y por antenas de radiofrecuencia. Las radiaciones no ionizantes cada vez están más a la orden del día, pero, ¿qué consecuencias puede traer esto a la salud de los habitantes de Xelajú? 

Veamos qué es lo que nos dice el Ministerio de Energía y Minas con respecto a este tipo de radiaciones: “Las radiaciones no ionizantes son una serie de ondas de energía compuesta de campos eléctricos y magnéticos oscilantes, que poseen energías asociadas muy débiles para romper los enlaces atómicos y ionizar la materia que, al atravesar los tejidos vivos no logran dañar el ácido desoxirribonucleico (ADN) en forma directa. 

Al analizar lo anterior nos ponemos a pensar qué tan inocua puede ser en realidad esta energía si vemos los valores en los cuales se encuentra Quetzaltenango en distintos puntos de la ciudad, teniendo en cuenta el tiempo de exposición y la distancia de cada una de las ondas a las que estamos expuestos, y el efecto que tendría en los cambios genéticos o moleculares en cada ser vivo. 

Existe una tabla de ondas energéticas que nos indica si es seguro o es peligroso para la salud. Encontramos que las ondas energéticas permitidas para un ser humano sin causarle daño molecular van de 2 mA/ma 8 mA/m2 para la población en general, es decir, que no pueden tener efectos en la salud. 

Sabiendo esta información, Quetzaltenango difiere por cientos de miliamperios. Al hacer mediciones en varios puntos de Xela encontramos mediciones de hasta 1009 amperios/m2 de energía, lo  cual afecta no solo a nuestra energía, sino que también afecta la salud de nuestros organismos y esto hace que nos pongamos a pensar, qué ocurre en nuestra ciudad. 

Nos dimos la tarea de hacer una medición en la ciudad y se evidenció en fotografías que existe grandes ondas energéticas por la zona 9. En el lugar hay un centro comercial donde las personas han presentado efectos en su salud, hay un peligro constante que requiere investigación. 

Riesgos en la salud

La contaminación cerca de una antena de telefonía es elevada y continua. También lo es la provocada por un teléfono móvil cuando está en funcionamiento. De cualquier forma, usar un teléfono móvil es opcional y una vez informados de los riesgos se puede decidir si se desea exponerse a la radiación que genera o no. 

Debido a esta influencia se derivan: cambios en el comportamiento, retraso en el aprendizaje, variación de los ciclos biológicos y reacción ante el estrés, etc. Según los puntos exactos del cerebro estimulados eléctricamente, se conseguían estados de miedo, ansiedad, inquietud, irritabilidad, apatía, rabia, e incluso cambios en la personalidad, creando instintos no habituales. 

 

El neurofisiólogo José Delgado, del hospital Ramón y Cajal de Madrid, consiguió que se produjeran, entre otros, cambios de comportamiento como agresividad y apatía en chimpancés que habían estado bajo la influencia de campos magnéticos de baja frecuencia. El cerebro es uno de los órganos más afectados por los campos electromagnéticos de extremada baja frecuencia. 

Por otra lado, la EPA (Enviromental Protection Agency), la Agencia Federal de Protección Medioambiental de Estados Unidos en sus investigaciones concluyó que existen riesgos estadísticamente significativos de contraer distintos tipos de leucemia, cáncer en el sistema nervioso central, así como linfomas.

Existen investigaciones que han concluido que existen “los campos electromagnéticos de frecuencias extremadamente bajas, y que se clasifican como posibles agentes cancerígenos humanos, junto a tóxicos químicos conocidos como bifenilos, policlorados, formaldehído y dioxina”.

El medio ambiente está saturado de radiofrecuencias. Toda la población está sometida en mayor o menor medida a campos de altas frecuencias: antenas de televisión, radio (emisoras de FM y AM, radioaficionados, radio-taxis, bomberos, policía, militares, etc.), antenas de telefonía, Wifi, teléfonos móviles e inalámbricos, radares, etc., que suponen una creciente amenaza para la salud y la naturaleza. 

Actualmente está ampliamente demostrado que los campos electromagnéticos interfieren en los procesos biológicos de todos los seres vivos. 

Según los resultados de estos estudios, cualquier fuente emisora de campos electromagnéticos desde bajas frecuencias de líneas eléctricas, transformadores, ordenadores, aparatos eléctricos, etc., frente a las altas frecuencias de la telefonía móvil, wifi, teléfonos móviles e inalámbricos, etc., puede provocar reacciones orgánicas anómalas de gran repercusión en la persona expuesta, desde malestar general, cambios de comportamiento (depresión, ansiedad, pérdida de memoria, incapacidad para concentrar se…), fatiga crónica, insomnio, fibromialgia, vértigo, náusea, dolores de cabeza, fatiga, presión en el pecho, zumbidos en los oídos, etc. 

Las personas con un sistema inmunológico deprimido (enfermos, ancianos…) o en desarrollo (niños) son especialmente sensibles a los campos electromagnéticos y pueden desarrollar trastornos médicos tales como infecciones respiratorias crónicas, arritmias cardíacas, presión sanguínea, descontrol en el azúcar en la sangre, deshidratación, etc., pero en general cualquier persona puede sensibilizarse si está expuesta de forma intensa y/o prolongada a radiaciones electromagnéticas.

En el país merecemos un estudio para comprobar si existe o no efectos en las personas que están en cercanías de las antenas y postes de energía eléctrica y telefónicas. 

Fabiola Muñoz, Licenciada química biológica, magister en seguridad alimentaria y nutrición.