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El Destino de la Crisis Climática En los Tiempos posteriores al COVID

Por: Fabio Cresto Aleína

Durante los primeros meses de la crisis del COVID, las redes sociales se inundaron con imágenes y publicaciones de una supuesta naturaleza en recuperación, tomando de regreso espacios y áreas previamente ocupadas por humanos. Poco después se aclaró que la mayoría de estas imágenes resultaron ser falsas, aunque la información errónea ya se había esparcido, dando falsas esperanzas sobre un cierto impacto positivo que la pandemia del COVID estaba teniendo en el medio ambiente y en el clima de la Tierra. Mientras las imágenes de delfines nadando en los canales vacíos de Venecia resultaban haber sido tomadas en otro lugar, la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), los principales responsables del cambio climático antropogénico realmente experimentaron una caída sin precedentes a nivel mundial durante los últimos meses, y la calidad del aire mejoró dramáticamente en muchas regiones, aunque solo temporalmente.

A principios de julio, el descenso de viajes internacionales durante la pandemia, junto a la disminución de la demanda de energía causó una caída del 7 a 8% en las emisiones. Ahora bien, ¿qué significa este número y cuál es el impacto de esta caída en las emisiones de GEI? Una caída del 7% significa que las emisiones de GEI del 2020 estarán más o menos a los niveles del 2010 o 2011, una reducción sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Ahora, mientras este fenómeno per se no suena a malas noticias, todavía tenemos que poner este número en perspectiva. Las emisiones de gases de efecto invernadero en los años 2010-2011 fueron aproximadamente dos veces las emisiones anuales durante los años 70. Además, esta caída trajo un terrible precio a pagar por las economías mundiales, en particular las más vulnerables. Por eso, mientras cualquier reducción en emisiones es bienvenida, ésta definitivamente no es la idea detrás del desarrollo de una economía descarbonizada sostenible. Miles de personas perdieron su trabajo en la inevitable crisis económica post-pandemia, sectores industriales completos están en ruinas, y en todo el mundo, la gente está sufriendo durante las estrictas medidas de confinamiento que muchos gobiernos han establecido para ralentizar la pandemia. Sin embargo, tristemente, en una situación crítica, muy pocos pasos se han tomado hacia la transformación económica que necesitamos y queremos para lograr el famoso objetivo de los 1.5 grados de calentamiento, lo cual reduciría impactos desafiantes en ecosistemas, salud humana y bienestar.

Si miramos a través de la historia, las crisis previas en las que las emisiones de GEI disminuyeron van desde el descenso del 4% al principio de los años 80s durante la crisis del petróleo, hasta el descenso del 1% después de la crisis financiera del 2008, con lo cual se evidencia que nunca se ha ido concretamente hacia una disminución de emisiones sostenible a largo plazo. En cambio, después de este periodo reciente de inactividad, las emisiones de GEI mundiales incrementaron inmediatamente incluso a niveles más altos que los anteriores para que la economía se pusiera al día y se recuperara. Por lo tanto, es altamente probable que esta vez la reducción en emisiones sea solo temporal, y por lo tanto no se tendrá un impacto fundamental y a largo plazo en cuanto al carbono que quedará en la atmosfera. La Agencia Internacional de Energía prevé un potencial rebote en demanda para el siguiente año, mucho más grande que la disminución del 7 a 8% que ahora estamos experimentando, con respecto a lo que ocurrió el pasado. Además, para que la economía se recupere, muchos gobiernos podrían mover fondos de programas de protección al medio ambiente, o tomar dinero de los recursos asignados para la transición hacia una economía libre de fósiles para programas que apoyará la recuperación básica de la economía. Es posible e incluso muy probable, por ejemplo, que la lucha para cesar los subsidios estatales para mantener los precios del petróleo relativamente bajos se detendrá, y que muchos recursos estarán canalizados al sector de aviación comercial para mantenerlo a flote. Recientemente la Unión Europea cortó alrededor de 13 billones de euros de su presupuesto para investigación e inversión en el programa Horizon Europe, el cual incluye trabajo en áreas como adaptación al cambio climático, incluyendo la transformación social, ciudades inteligentes y climáticamente neutrales, además de océanos, mares y aguas costeras saludables. Después de la pandemia, En países como Guatemala habrá probablemente una presión más fuerte en los recursos para su conservación natural, ya que las principales prioridades para el gobierno estarán enfocadas en incrementar los ingresos de la población. Será un desafío encontrar nuevos mecanismos para evitar un encogimiento excesivo de dichos programas de conservación, a fin de no experimentar un deterioro a gran escala de muchos ecosistemas.

Sin embargo, el futuro también puede ser menos desolado que lo que ha sido descrito hasta ahora. Desde el sector de energía, por ejemplo, ha habido algunas tendencias positivas durante los meses pasados. Por ejemplo, el único sector energético que ha mostrado un incremento en la demanda fue el sector renovable. Con respecto a las fuentes tradicionales de combustibles fósiles, los renovables requieren costos de operación relativamente más bajos, y la Agencia Internacional de Energía pronostica un crecimiento mayor en la demanda de dichas fuentes en el transcurso de este año. Además, los gobiernos alrededor del mundo están recién empezando a pensar en nuevas políticas para mejorar la recuperación económica. Aún no se sabe cuántas de estas políticas estarán pendientes de repensar nuestros medios de producción tradicionales como un todo, pero probablemente ésta sea la oportunidad perfecta para justificar una transición sostenible hacia una economía descarbonizada. Durante estos meses las vidas de muchos cambiaron dramáticamente, y muchas de nuestras actividades diarias fueron detenidas. El hecho de que este gran impacto en nuestra vida diaria significara «solo» un 7-8% de reducción en la emisión de GEI puede ser explicado solo por el hecho de que necesitamos cambios estructurales mucho más profundos en nuestras sociedades para mantenernos por debajo de 1.5 grados de calentamiento. Estos cambios son posibles sólo mediante acciones a gran escala de gobiernos y organismos internacionales, que deben ser apoyados por un consenso generalizado en la sociedad civil.

Realmente y absolutamente nadie habría esperado disminuir las emisiones de GEI de esta manera. Ésta fue y aún es una situación terrible, y el precio que mucha gente está pagando, especialmente en las comunidades más vulnerables, es extremadamente alto. Los movimientos medioambientales no pueden olvidar este gran tributo, para no dar terreno fértil al crecimiento de ideologías ecofascistas. No obstante, ahora es tiempo de actuar y reducir las emisiones de GEI de forma duraderas y sostenibles como sea posible para evitar que otra crisis empeore nuestro ya frágil sistema económico. Si hay una lección que aprender de lo que pasó durante la pandemia, es que las acciones, cuando son necesarias, pueden suceder. Muchos Estados impusieron rápidamente leyes y medidas que eran impensables hasta hace solo un par de meses. Lo mismo puede y debe pasar para la crisis climática, si queremos tener la oportunidad de evitar los trágicos impactos que un calentamiento desenfrenado traerá sobre nosotros. La acción colectiva es la clave en estos momentos no solo para ayudar a comunidades a luchar la crisis inmediata al COVID, sino que es fundamental a largo plazo para ayudar a contrarrestar los efectos de un clima cambiante. Como muchos sectores tradicionales de la economía batallan en la crisis económica global, las intervenciones y las acciones que gobiernos van a tomar en los siguientes meses pueden de hecho constituir una oportunidad, ya que tienen el potencial de influenciar el futuro de los caminos de las emisiones globales de GEI. Ello, es una oportunidad única que los movimientos colectivos tendrán que tomar para ser capaces de dirigir estas políticas hacia una economía más verde y descarbonizada.