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Árboles: Garantía para una ciudad saludable

Por: Diana Pastor

La pandemia del Covid-19 hizo evidente que una de las riquezas más valiosas para el ser humano, es la dicha de poder respirar, y en nuestra cotidianidad, para respirar aire puro, nuestros aliados más importantes, son los árboles. Sin embargo, parece ser que la municipalidad de Quetzaltenango no sostiene la misma opinión, pues para la ejecución de sus proyectos, en los últimos meses se ha talado una gran cantidad árboles para el desarrollo de obra gris. La tala de árboles ha sido una situación normal con pasadas administraciones municipales; no obstante, en el 2020, con la llegada de Juan Fernando López, la tala aumentó desproporcionadamente, lo cual ha sido objeto de discordia entre el gobierno y la población.

Los árboles, además de ser elementos importantes en el paisaje de la ciudad, brindan diversos beneficios de orden ambiental, estético, paisajístico, recreativo, social y económico. Han ayudado por años a la ciudad a absorber el dióxido de carbono, principal causante del calentamiento global, limpiando el aire y actuando como purificadores, devolviendo oxígeno limpio. Además de ello, funcionan como un excelente termorregulador natural. Debido a la sombra y el vapor de agua que liberan sus hojas, logran bajar la temperatura ambiental entre 2 y 8 grados centígrados en los días calurosos e incluso pueden regular la humedad y el viento. 

Otros beneficios de los árboles incluyen -dependiendo de su ubicación y cantidad- la mejora del suelo y la regulación del ciclo hídrico, ayudando a reducir el volumen de las corrientes de agua durante las lluvias y evitando el riesgo de posibles inundaciones. Aumentan la biodiversidad urbana al albergar diferentes especies animales y vegetales. Así mismo, embellecen la ciudad aumentando su atractivo, mejorando, así el potencial y valor comercial de las viviendas y negocios. Entonces, si son tan beneficiosos, ¿por qué se están cortando tantos árboles últimamente?

Guillermo Monterroso, director del INAB en Quetzaltenango, explica que muchas de las especies que están dentó de la cuidad (especialmente en los arriates), no son las adecuadas para una metrópoli. Árboles como el ciprés y pinos de diferentes tipos, tienen raíces con mucha fortaleza que pueden levantar fácilmente el pavimento o el asfalto. Él explica: “Cuando las calles sufren daños o se realiza una obra municipal, normalmente se eliminan o cortan las raíces de los árboles para que no dañen la nueva obra de infraestructura.  Es ahí donde pierden anclaje y cualquier viento fuerte causado por algún fenómeno climático puede afectarles, provocando que se caigan.

Monterroso indica que el problema de los árboles en Quetzaltenango no se trata sólo de tener sembradas especies inadecuadas, sino también se debe al mantenimiento del que, por años, los árboles han carecido. Él menciona: “Hay muchos árboles que pudieron haber sido podados y limpiados en sus primeros años…de forma temprana se puede empezar la poda y determinar su altura”. Sumado a la falta de mantenimiento, la tala ilegal o en circunstancias sospechosas, es un problema más común de lo que parece. En el 2019 por ejemplo, varios ejemplares ubicados en la Zona 3 de Quetzaltenango, en el área del centro intercultural, fueron talados sin contar con permiso o licencia para ello. En el 2016, se taló un árbol centenario “por error” mientras se construía un conocido centro comercial ubicado entre la Esperanza y Quetzaltenango. 

Ciertamente, la municipalidad no ha implementado un programa integral de reforestación, ya que, en ocasiones, pasa mucho tiempo entre el corte de un árbol viejo y la siembra del nuevo árbol, o lo que es peor, nunca se planta otro árbol; tampoco se le da seguimiento al crecimiento de los árboles sembrados y otras veces se introducen especies que no son adecuadas a las necesidades de la ciudad. “Aquí en Guatemala –indica Monterroso- tenemos el privilegio de tener muchas especies de madera que crecen más rápido que en otros países. Además, agrega, “se han introducido pequeños árboles ornamentales que son de crecimiento más lento y que no son suficientes para una ciudad grande como lo es Quetzaltenango”.

Y no se pierda en nuestra próxima edición nuestro artículo: “Parques Bicentenarios: ¿beneficio comunitario o negocio gubernamental?”