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Ellos aún son Protagonistas

Por: Lucía Muñoz Argueta

“Hoy en día las personas de edad avanzada son apartadas del desempeño de tareas que perfectamente podrían realizar, a pesar de que la realidad y la opinión pública parecen no compartir la idea la inutilidad de los mayores. Sabemos que el problema de la vejez no es estrictamente un problema biológico, médico o físico, sino que es, principalmente, un problema social y cultural, es decir, el significado de la vejez, es una construcción social” -Miranda J.-

Desde el enfoque de Miranda J, la vejez, más que un estado físico, es una construcción social que se puede interpretar como un cambio generacional entre los grupos sociales existentes. A la niñez, juventud, madurez y vejez les corresponde un ciclo de vida virtuoso. Por ello, quiero hacer una crítica al significado de las edades modernas, que más allá de construcciones sociales, se tratan de significados anclados al trabajo y la utilidad. Para empezar, no es lo mismo hablar del significado de la edad desde la perspectiva de un país desarrollado que desde uno en vías de desarrollo como Guatemala, pues en un país desarrollado “la tercera edad” puede ser sinónimo de jubilaciones, pensiones, seguros sociales, y una lista de cosas por hacer; mientras que, en Guatemala, vejez es sinónimo de otro nivel de exclusión, consumo de ahorros, ausencia de programas sociales y con mucha probabilidad, oportunidades precarias de trabajo.

Don Oscarito, es alguien que conoce muy bien las condiciones que existen para el adulto mayor en Guatemala. Él es una persona que, junto a su esposa diabética, elaboran billeteras de bolsas recicladas y recorren las calles de la zona
viva de Xela durante las noches para ofrecer su producto. Dejados a la deriva, la pareja ha tenido que salir adelante
usando su creatividad y los materiales que encuentran. Como don Oscarito, existen miles de rostros de ancianos mayas, mestizos, garífunas y xincas, que por falta de oportunidades laborales están expuestos a peligros y carecen de fuentes permanentes de ingresos económicos. El actual sistema económico que nos regula, nos exprime durante
nuestros años de juventud y nos desecha a veces sin haber siquiera pasado a la “tercera edad”, pues es el mercado
quien determina cuándo una persona es útil o no para aportar a la sociedad.

Las condiciones de desigualdad, exclusión y violencia en Guatemala, conforman una malísima fórmula que sitúa a los ancianos y niños en situaciones de precariedad, vulnerabilidad y desprotección, y como sociedad hemos ido aceptando esta cuestión hasta normalizarla, volviéndonos insensibles ante la situación de miles de ancianos sin empleo, sin garantías sociales y mucho menos oportunidades de recreación. Aunque existe en el país un régimen
legal para la protección de los adultos mayores y programas creados para los mismos, la realidad es mucho más
compleja, pues como ya se mencionaba anteriormente: “la utilidad proviene del sistema económico y de la producción, lo cual trasciende las capacidades legales y asistenciales del gobierno”.

Anciana del altiplano en campo. Foto: Kathleen Hertle

Para confirmar lo anterior, podemos echarle un vistazo a los requerimientos laborales que hoy en día exige el mercado: durante los 20 a los 30, ya debemos contar con varios títulos académicos, pero hay que darse prisa, porque pasados los 40 ya es difícil que se nos pueda contratar. Y si la situación es dura para quienes tienen estudios, tan sólo imaginen a aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de estudiar. Habrá quienes afirmarán… ¿estudios? ¡no hay problema! si eres emprendedor. Claro, siempre y cuando sepas cuidarte del crimen organizado que empieza a
acechar con más fuerza la ciudad a través de las extorsiones a grandes, medianos o pequeños negocios…no importa el tamaño, pues existen extorsionistas para cualquier tipo de empresas.

Tal pareciera que no sólo los adultos mayores sino también la niñez está acorralada en un callejón sin salida para (no digamos “superarse”) sino siquiera, sobrevivir y salir adelante. No obstante, no todo puede ser malo. Ante tal situación, la valentía de quienes en años anteriores han aportado mucho a nuestra sociedad, ha sabido sobreponerse antes las dificultades de la vida. Pero, no es suficiente que ellos tengan el deseo de seguir viviendo. Es importante que todos nos sensibilicemos sobre lo que esta edad conlleva, y comencemos a discutir sobre los cambios necesarios desde lo estructural, no sólo para darles a los ancianos de hoy una mejor calidad de vida sino para nosotros, quienes seremos los ancianos en el futuro. Por ello, plantearé algunas preguntas orientadoras para
llamar a la reflexión al lector sobre la reivindicación del valor y el rol que tienen las personas de la tercera edad.

¿Qué significa ser una persona de la tercera edad en nuestra sociedad?

¿Tenemos conciencia de la situación de las personas de la tercera edad?

¿Estamos reconociendo el papel que ellos juegan en la actualidad?

¿Bajo qué condiciones llegamos a la tercera edad en Guatemala?

Todo esto puede analizarse desde distintos enfoques: sociológico, antropológico, psicológico, físico, político, económico y otros más, pero quiero resaltar que lo indispensable es comenzar a ver la vejez desde una perspectiva social, humanitaria y colectiva, pues es comenzando a pensar de esta manera que podemos lograr cambios de manera más inmediata.

En base a comentarios que he recibido de personas de la tercera edad, algunos de ellos han manifestado que ser “adulto mayor” es sinónimo de felicidad y de haber conquistado metas personales, familiares, académicas o laborales. Para otros significa esfuerzos mayores, ausencia de energía y salud y falta de oportunidades. Finalmente, están aquellos para quienes la vida es difícil y hasta es “un suplicio el ser viejo”. Sé que las respuestas a la pregunta del significado de ser adulto mayor en Guatemala estarán impregnadas de cierta dosis de subjetividad en base a lo que cada persona experimenta. Pero… ¿qué es lo que sabemos de la mayoría? Yo he visto que a menudo, ser anciano significa recibir un trato despectivo, intolerante e impaciente, lo que me lleva a pensar que nuestra sociedad debe reconfigurar su actitud y acción hacia las personas de la tercera edad y considerar a las personas de la tercera edad como gente con experiencia, conocimiento y virtudes.

La ONU asegura que las personas mayores “desempeñarán un papel cada vez más importante, como voluntarios, mediante la transmisión de su experiencia, o como cuidadores de sus familias. En el ámbito laboral sus conocimientos serán también muy valorados” y lejos de considerarles como sujetos desechables o cargas sociales, deberemos replantear la madurez y la vejez de lo sedentario a lo activo, es decir, considerando a los adultos mayores como personas que aportan de manera enriquecedora en la sociedad.

Los ancianos en Guatemala, quienes siguen económicamente activos porque no viven en condiciones para poder retirarse de la vida laboral, merecen respeto, reconocimiento, apoyo e impulso de nuevas agendas que les permita gozar de condiciones dignas de vida.

Lucía Muñoz Argueta es Internacionalista, Antropóloga Social y fundadora de ACD Guatemala.