_DSC0011

Dime qué comes y te diré quién eres

Por: IMAP

Cuando los europeos invadieron tierras Mesoamericanas y destinaron sus riquezas naturales a la sobreexplotación de los recursos, introdujeron el monocultivo, omitiendo los conocimientos agrícolas ancestrales de la diversificación de alimentos que aseguraban la soberanía alimentaria de los pueblos. Al inducir a los agricultores a los monocultivos, generaron escasez de alimentos y pérdida de semillas nativas importantes, entre ellas, el Amaranto (Amaranthus Cruentus).  A causa de la imposición de pensamientos europeos, la vida de muchas personas fue cambiando, y a raíz de esto hoy, muchos campesinos Indígenas no cuentan con suficientes recursos económicos para adaptarse al sistema colonial impuesto sobre ellos.  

El panorama que nos han pintado con la alimentación convencional a lo largo de los años, ha generado pensamientos negativos para la subsistencia.  Muchos piensan: “si no contamos con dinero no se come”, o “si no tenemos cosecha este año, no tendremos ingresos económicos y no podremos comer”. Al final, estos son pensamientos limitantes basados en realidades que nos han creado desde la invasión.

Hoy en día estas realidades han marcado el contexto de las personas que cultivan las tierras, y de toda la humanidad. El interés de las entidades gubernamentales en cuanto a la alimentación, es producir dinero y facilitar el libre comercio para países del norte global, sin tener mayor preocupación sobre la salud de sus habitantes. No les importa si el pueblo está pasando hambre por falta de tierras para producir sus alimentos, o las enfermedades que están surgiendo por los alimentos que provienen de semillas de compañías como Monsanto están generando y que están destruyendo la vida muchas personas. 

Luego de la pandemia del COVID-19, los índices de enfermedades crónicas incurables y de desnutrición en la población guatemalteca se han incrementado. Por si esto fuera poco, el Instituto Nacional de Estadística de Guatemala confirmó un aumento rápido en el precio de la canasta básica en el último año: en marzo de 2020 el costo era de Q3,570 y un mes después, en abril, se elevó a Q3,615. Para noviembre de 2020, el costo era de Q3,599. Esto ha afectado mayoritariamente por supuesto a las poblaciones vulnerables del país: personas del área rural y mayoritariamente Indígenas que vive en condiciones de pobreza o pobreza extrema para quienes cada quetzal, cuenta mucho.

Frente a este contexto, el Instituto Mesoamericano de Permacultura IMAP, está compartiendo conocimientos ancestrales permaculturales basados en la producción de alimentos nativos. Uno de estos alimentos, es el amaranto, que según estudios realizados por IMAP en el 2017 con una nutrióloga experta, éste contiene cualidades nutritivas. Tanto las semillas como las hojas del amaranto son fuente de proteína, calcio y vitamina c, la semilla tiene un buen componente de aminoácidos (valor de 75 en escala de 0 a 75) y la hoja contiene 33% de proteína en materia seca y digestibilidad mayor de 80% comparable con la carne de res y huevo, con gran parte requerido por el cuerpo. 

Provee el 70% de energía de la dieta requerida y según la FAO una combinación de arroz y amaranto, en porción de 1:1 alcanzan las especificaciones de proteínas recomendadas. No solo la semilla es altamente nutritiva, también las hojas pueden comerse como verduras desde que son tiernas, ya que contiene más hierro que la espinaca, por lo cual, se recomienda a personas que tienen cierto grado de anemia.  Las hojas de amaranto contienen también ácido fólico, indispensable para los bebés y madres durante el embarazo y el periodo de lactancia. 

Considerando a la cocina como un arte, podemos usar la imaginación para producir y consumir diversidad de alimentos derivados del amaranto. Las semillas, pueden comerse como arroz; también se puede comer amaranto reventado como cereal, y de forma molida, puede consumirse la harina para preparar platillos. Además, tostado y molido puede beberse como atol. Desde el IMAP, hemos capacitado a 10,000 productores y productoras en temas de Permacultura, abordando la producción de alimentos y la práctica de hábitos saludables; por ello nos hemos enfocado en el amaranto como un alimento altamente nutritivo que puede contribuir a disminuir la desnutrición crónica en el país. Estamos seguros que, si empoderamos a las comunidades locales con conocimientos ancestrales, es posible mejorar muchos de los problemas nutricionales -y de otros tipos- que nos están afectando.